La iluminación LED en los vehículos, además de ser un elemento de seguridad, mejora la estética y reduce consumo de combustible y las emisiones de CO2.
En 2008 fue aprobada una normativa por la cual los vehículos fabricados a partir de febrero de 2011 tendrían que incorporar un sistema específico de alumbrado para circular de día, que se encendería automáticamente al arrancar el vehículo, con el fin de mejorar su visibilidad y aumentando la seguridad en la carretera, denominándose en la actualidad ILUMINACIÓN DRL.
Los fabricantes de vehículos comenzaron a buscar alternativas a los faros xenón para encontrar una tecnología más eficiente que redujera tanto el consumo de combustible, como la contaminación.
Con la tecnología LED, tras los resultados de los ensayos en banco de pruebas, se ha podido comprobar un ahorro de más de un gramo de CO2 por kilómetro.
En países donde es obligatoria la utilización de las luces durante todo el día, si todos los coches circularan con faros LED, se ahorrarían hasta 10 millones de litros de combustible al año.
Las luces halógenas consumen 135 vatios y los faros LED sólo 80 vatios. El menor consumo de batería hace que el motor tenga que trabajar menos, lo que reduce el consumo de combustible de manera significativa.