
Uno de los principales objetivos por los que nació el BW-S a finales de los años 90 fue para acceder al público más joven y atrevido, ofreciendo un producto con el que se pudieran sentir libres y, por supuesto, en el que las zonas menos adherentes no fueran un impedimento para un completo uso. Por eso, sus -grandes ruedas- mixtas permitían aventurarse incluso por playas y caminos sin excesivos problemas.
Ahora le ha llegado el turno de un cambio estético, más bien una gran evolución, con esta versión inédita de 125 cc. Tras sus inicios con una única motorización de 50 cc (en algunos países hubo incluso la de 100 cc), en 2010 se presenta el más grande de todos. Si bien sus ruedas son ahora más – naturales-, el BW-S no pierde un ápice de su origen en cuanto a su utilización, es más, las prestaciones permiten desplazamientos más aventureros si cabe gracias al nuevo propulsor.
En un primer acercamiento, estamos ante un scooter con una calidad de terminación y materiales propia de Yamaha (está fabricado en Taiwán), unas dimensiones muy compactas y un atractivo compendio de soluciones estéticas: el chasis y manillar al aire y, por supuesto, un frontal con gran atractivo visual. En marcha se siente suave, la potencia desde parado es contundente y estira con facilidad hasta la velocidad de crucero. Sorprende lo rápido que permite girar, maniobrar e incluso rodar por carretera. No obstante, el espacio para las piernas es escaso