Era en efecto el 13 de mayo de 1950, cuando cuatro Alfa Romeo 158 –los míticos «Alfetta»– salieron a la pista en Silverstone, Inglaterra. Los volantes fueron confiados a Giuseppe «Nino» Farina, quien se convirtió en el campeón al final de la temporada, Luigi Fagioli, Juan Manuel Fangio – el hexacampeón argentino que ganó el título mundial en ’51 otra vez con el Alfetta–, y Reg Parnell , piloto británico elegido por la firma lombarda para honrar al país anfitrión de la primera carrera del campeonato.
Farina ganó la carrera y los otros dos peldaños del podio fueron también para Alfa Romeo. Los coches de la empresa con sede en Milán dominaron la carrera, un guión que se repitió durante todo el campeonato. Durante la temporada el trío Farina-Fagioli-Fangio fue apodado por el público como «La Triple F» y a los mandos de sus Alfa Romeo consiguieron dar notoriedad al nombre de Italia en el automovilismo internacional, en un momento histórico delicado –en plena posguerra– para el país y para la propia firma automovilísitica.
El escenario de este enorme éxito del equipo Alfa Romeo fue el «Gran Premio de Gran Bretaña» –»III RAC GP de Gran Bretaña», que ese ño también llevó el título de «GP de Europa»– que se disputó sobre la pista de Northamptonshire, en Silverstone, a 40 millas al norte de Londres, en un trazado que aprovechaba un antiguo aeródromo de la RAF –la fuerza aérea británica–; un circuito que, con el tiempo, se convertiría en uno de los más espectaculares escenarios de la F1.
Después de la bandera a cuadros, el rey Jorge VI, felicitó personalmente a todos los pilotos del «Equipo Alfa» por el resultado obtenido: la pole position (Farina), la victoria (Farina) y otros dos lugares en el podio, la vuelta rápida (Farina) y el liderato de la carrera durante todo el Gran Premio. «Nino» Farina por tanto, también se llevó a casa el primer «hat trick» de la F1.
El «Alfetta» 158 fue resultado de un proyecto nacido en 1938 que, ala vista de los resultados, todavía era competitivo 12 años después; aunque dadas las circunstancias históricas de esos años, en 1950, al 158 no había llegado a lacima de su desarrollo.
El reglamento de la recién nacida Fórmula 1 permitía que los coches estuvieran equipados con un motor sobrealimentado de 1,5 litros o uno atmosférico de 4,5: el 158 montaba un motor de ocho cilindros en línea de 1.479 cc, con un compresor que, en la evolución de 1938, arrojaba una potencia de 195 CV. La versión que compitió en Silverstone en 1950 ya llegaba a los 300 CV y al año siguiente, el 159 –la evolución del exitoso 158– ofrecía una potencia de 425 CV (450 en la prueba), gracias a la incorporación de un compresor de doble etapa, entre otras mejoras. El reglamento, entonces, no limitaba el peso de los coches y tampoco decía nada sobre la cantidad de combustible que podía llevar cada monoplaza.
La exitosa actuación del 158 en Silverstone estuvo cargada de un alto valor simbólico para Alfa Romeo. Los logros deportivos del Alfetta sirvieron para impulsar el renacimiento de la marca, después de las devastadoras consecuencias que tuvo al Segunda Guerra Mundial para la marca –y para toda Italia–.
El ‘Alfetta 158’ es considerado por la marca lombarda como el modelo que pone el cierre a la época de preguerra. Este monoplaza ocupa un lugar de honor en el Museo Storico Alfa Romeo y es uno de los ejemplares más preciados por su relevancia histórica entre los vehículos de competición históricos.
En 1951, después de que el segundo campeonato mundial ganado por Fangio con el «159», Alfa Romeo se retiró oficialmente de la competición para concentrarse en la producción de coches de calle.