El objetivo de semejante prueba era demostrar que tanto el motor como la carrocería del coche eran seguros, lo cual se demostró al finalizar el test, puesto que el pequeño automóvil terminó con pocos daños en la carrocería y con su motor todavía funcionando.
Esta prueba realizada hace 75 años marcó el comienzo del estudio de la seguridad de las siguientes generaciones de coches fabricados por Audi y otras marcas. De esta manera, los modelos posteriores adquirireron la fama de ser de los más seguros de Europa. En 1958, un NSU Prinz era capaz de absorber parte de la energía de una colisión frontal.
El desarrollo de mejores bastidores y de carrocerías capaces de proteger a sus ocupantes, continuó en años siguientes. Cuando fue lanzado el Audi 100, los dummies ya eran usados por la marca, simulando los daños que causaría un accidente a un cuerpo humano.
En 1970 se inauguraba el primer laboratorio de pruebas de choque, en Ingolstadt. En 1986 la marca alemana presentaba un sistema de desviación de la columna de dirección y tensionado de los cinturones de seguridad delanteros en caso de accidentes, llamado Procon-ten. Con este sistema, se utilizaba la fuerza del mismo motor al ser desviado por el impacto, ayudado por un sistema de cables de acero y poleas.
En cualquier caso, Audi no fue la primera marca en comenzar a investigar las pruebas de choque y en abrir una división especial para estudiarlas. En 1934 GM realizaba su primera prueba de choque, la que parece ser el primer test de impacto del mundo.