Audi, en colaboración con el laboratorio `SENSEable City´ del Instituto Tecnológico de Massachusetts –MIT-, ha estudiado el grado de estrés que alcanzan los conductores cuando se ponen al volante. El resultado ha sido la creación del Índice de Frustración en Carretera –`Road Frustration Index´ (RFI)-. Este baremo tiene en cuenta la información que recibe de sensores que miden la conductividad de la piel del conductor, la que obtiene mediante el escáner facial… y, por supuesto, mediante un localizador GPS que indica dónde está el conductor en cada momento y a qué velocidad circula. El ambiente que tiene alrededor se controla mediante cámaras, y un último sensor –Microsoft Kinect, ¡el mismo que se utiliza para la consola X-Box!- monitoriza los movimientos del cuerpo.
Durante un año, se realizaron una serie de pruebas en todo tipo de circunstancias de tráfico -en vías urbanas, autopistas, con atasco, despejado…-. Después de cada trayecto, se facilitaba un cuestionario al conductor y, a través de las cámaras de vídeo exteriores, se observaban las situaciones a las que había tenido que hacer frente.
Y no sólo se ha medido el estrés durante la conducción: También se ha querido saber cuánto surge en otras situaciones, como cuando se está en la oficina, en casa, en una clase de la universidad… y, en especial, las producidas por los deportes de riesgo. Todo ello con la finalidad de poder establecer comparaciones.
Audi usará los resultados de estas pruebas para desarrollar nuevos dispositivos que hagan la conducción más cómoda. Mientras tanto, la marca alemana ha creado una página en la que se puede consultar el RFI medio de las principales ciudades de Estados Unidos. El RFI se compone de cuatro factores susceptibles de generar estrés: Las condiciones meteorológicas, el estado de ánimo del conductor -medido mediante el número de comentarios en Twitter que hablan de atascos-, el nivel de tráfico -incluida la gasolina gastada en los embotellamientos o la cantidad de tiempo perdida- y los incidentes en las vías.