Frío, lluvia, heladas o, incluso. nieve. Estos son algunos de los factores que provocan que el invierno sea la estación en la que se producen más averías en los automóviles. Y la principal causa de la mayor parte de ellas es… la batería de tu coche –curiosamente, el mismo motivo que causa el mayor número de averías en Semana Santa–. Esa es la conclusión a la que ha llegado el Comisariado Europeo del Automóvil –CEA–, tras analizar las 211.655 asistencias que solicitaron sus socios durante el invierno de 2012.
De ese total de asistencias, un 78,52% fueron solicitadas por averías en los vehículos de los socios, y de éstas, hasta el 23% estaban relacionadas con el mal estado de su batería. Y es que, durante estos meses, las bajas temperaturas generan que la intensidad máxima que genera una batería descienda al mismo tiempo que, cada vez que arrancamos el coche en invierno, el frío causa que la demanda de energía por parte del motor de arranque -para mover las piezas del propulsor- sea mucho mayor que cuando las temperaturas son más benignas. Por todo ello, y si tu batería ya tiene más de tres años, CEA recomienda comprobar su carga antes del invierno, llevar un juego de pinzas por si tienen que ayudarte a arrancar o, si fuera necesario, incluso cambiarla. Aquí te contamos todo lo que debes saber para elegir una batería nueva.
De cualquier forma, la batería no es la única causa de avería durante el invierno. En el caso de los asociados de CEA, las paradas en marcha fueron las responsables del 16% de llamadas a la grúa, seguidas de los problemas generales del motor -pérdida de agua, aceite€-, fallos en el arranque no relacionados con la batería -en el alternador, en las conexiones eléctricas- o problemas eléctricos -fallos en los fusibles, en los cuadros de instrumentos, en la iluminación, etc.-.
Averías durante el invierno
Cómo conducir con…
Por otro lado, esta asociación de automovilistas también ha publicado una serie de consejos útiles a la hora de circular con elementos climatológicos adversos:
Viento: Causa el 4,5% de los accidentes atribuidos a la climatología. Así, si te encuentras fuertes ráfagas, debes aminorar tu velocidad y sujetar con fuerza el volante para evitar pérdidas de trayectoria: en este caso, llevar alto de vueltas el motor, lo que genera tracción en las ruedas, ayuda a mantener el coche en la carretera.
Lluvia: El 70% de los accidentes con mal tiempo tienen lugar con lluvia. Y es que la acumulación de agua en el firme puede causar aquaplanning -ocurre cuando cuando el neumático no es capaz de drenar el agua que hay sobre el asfalto y comienza a ‘flotar’; si sucede, es fácil perder el control del vehículo-. Si te ocurre, la forma de controlar el vehículo es ir levantando suavemente el pie del acelerado y a la vez que mantienes la dirección firme, pero nunca frenar, ya que esto podría causar que el coche patinara sin control.
Niebla: Es la responsable del 3,4% de los accidentes debidos a la mala climatología. Por eso, al circular por un banco de niebla, debes preocuparte de ampliar la distancia de seguridad respecto al vehículo que te precede y, por supuesto, reducir la velocidad, encender las luces antiniebla y circular tomando como referencia las líneas de la carretera para asegurarte de que no te sales del carril.
Nieve y hielo: Ambos factores causan el 3,1% de los accidentes en condiciones adversas. Si circulas sobre una placa de hielo y pierdes el control del vehículo, lo que debes hacer es levantar suavemente el pie del acelerador, pero no pisar el freno. Además, debes dirigir el volante hacia el lado adonde se desliza la parte trasera del coche. Si el vehículo tiene ABS, el sistema actuará de forma que la pérdida de control sea menor.