El gigante automovilístico General Motors se encuentra en una época de importantes cambios. Después de la venta de Opel a PSA Peugeot Citroën, una de las noticias de más significativas de este curso en la industria, la compañía norteamericana acaba de anunciar el cese de su actividad en India y la venta a Isuzu Motors de su planta de fabricación situada en Sudáfrica -en Port Elisabeth, Ciudad del Cabo-. ¿La razón? Desde General Motors quieren centrar todas sus fuerzas tanto en China como en Estados Unidos -además de Latinoamérica y Australia-, de donde es originario, en donde consiguen una mayor rentabilidad que en las zonas que ha abandonado.
Aún con todo, todavía seguirá comercializando sus vehículos en India hasta que finalice este año; y ejecutará un desembolso de unos 450 millones de euros en este segundo trimestre del año para reestructurar su actividad en India, en Sudáfrica y en Singapur. Eso sí, el centro de diseño de Bangalore continuará activo y la factoría ubicada en Taleagon seguirá produciendo algunos de los modelos de General Motors, que serán importados a varios mercados asiáticos, así como a Sudáfrica. En cualquier caso, las cifras comerciales en dichos territorios son muy pobres teniendo en cuenta que durante todo el año pasado tan solo se matricularon unas 49.000 unidades sumando las vendidas en Sudáfrica e India.
Lo cierto es que este anuncio supone una marcha atrás en la inversión planificada para India, cifrada en unos 900 millones de euros y cuyo objetivo era construir en el país asiático una nueva planta para elaborar automóviles low cost. Asimismo, en Singapur podría despedir a la mitad de la plantilla de 200 empleados que trabajan en las oficinas locales. Con todas estas decisiones, General Motors calcula un ahorro anual de unos 90 millones de euros después de superar los 700 millones de euros de pérdidas en el pasado ejercicio.