El mes de septiembre ha llegado y, con él, la nueva norma de emisiones WLTP que, entre otras cosas, promete una medición más exacta del nivel de emisiones de CO2 y el consumo de los coches (utilizando condiciones de ensayo y un ciclo de homologación más estrictos) así como comprobar de manera más rigurosa si los coches se ciñen a los límites de emisiones contaminantes exigidos por la normativa Euro 6 (mediante pruebas de circulación en el mundo real o RDE).
En concreto, la aplicación del WLTP se va a traducir en un incremento de un 25% en la cifra de consumo homologado y emisiones de CO2 declaradas de los coches a la venta. Dado que el impuesto de matriculación se calcula en base a esta segunda cifra de gramos por kilómetro de CO2, la introducción del WLTP podía traducirse en una subida generalizada de los precios de los coches, al saltar muchos modelos de tramo impositivo.
Sin embargo, cuando la Unión Europea aprobó la introducción del WLTP, recomendó a los Estados que tomaran medidas para que el cambio no tuviera un impacto negativo sobre los impuestos que pagan los compradores. Es decir: el propósito del WLTP es proporcionar información más veraz a los ciudadanos, pero sin provocar una subida de los impuestos.
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La solución por la que han optado la mayoría de los estados miembros que cuentan con un impuesto de este tipo (como Francia, Austria, República Checa, Suecia, Bélgica y, por supuesto, España), es emplear un valor de emisiones de CO2 ‘correlado’, que se calcula a partir del nuevo valor de emisiones de CO2 obtenido mediante la homologación WLTP.
Hasta el pasado 31 de agosto, el periodo de transición contemplado para España finalizaba el 31 de diciembre de este año, lo cual abría la puerta a una subida de precios en enero. Ahora, el gobierno ha prolongado ese periodo de transición hasta el 31 de diciembre de 2020.
Sin embargo, y a pesar de esta medida, se van a producir incrementos en el precio de alrededor de un 5% de las versiones a la venta en la actualidad. El motivo es que las cifras de emisiones de CO2 ‘correladas’ van a ser superiores que las anteriores cifras obtenidas mediante la aplicación directa del ciclo NEDC. La razón es que se van a calcular aplicando un programa informático llamado CO2MPAS y partiendo de la cifra WLTP y, aunque este programa informático va a eliminar la influencia del nuevo ciclo de homologación, más severo, no va a paliar dos efectos: las medidas de ensayo más rigurosas y, sobre todo, la toma en consideración del equipamiento de serie incluído en cada coche en función del acabado correspondiente.
El resultado es que las versiones mejor equipadas de modelos que se encontraban cerca de una de las ‘fronteras’ del impuesto (120, 160 y 200 gr/km de CO2) pueden ‘saltar’ al siguiente impositivo (0%, 4,5%, 9,75% y 14,75% respectivamente) y, en principio, verían incrementado su precio.
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Por supesto, el fabricante puede paliar este efecto de dos maneras: reformando sus niveles de acabado o rebajando el precio franco fábrica de los acabados afectados para compensar la subida de impuestos.
De cara a 2021, agentes como la asociación de fabricantes ANFAC abogan por reformar la fiscalidad de los automóviles, grabando el uso en lugar de la compra. De esta manera, los imupestos asociados a las emisiones perjudiciales para el medio ambiente no se aplicarían en el momento de la compra, sino durante la propiedad del vehículo (por ejemplo, a través del impuesto de circulación).
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