El reciente incendio en un garaje de Alcorcón, que dejó dos víctimas mortales y necesitó la intervención de más de 20 bomberos, ha reabierto el debate sobre la seguridad de los coches eléctricos. Aunque las autoridades aún están investigando las causas exactas, todo apunta a que el fuego se originó en un vehículo electrificado, lo que ha reavivado la preocupación sobre los riesgos asociados a este tipo de automóviles.
Riesgos de incendio en los coches eléctricos
No es la primera vez que oímos: los coches eléctricos pueden ser un problema serio en caso de incendio. Su riesgo se debe a la naturaleza misma de sus baterías de iones de litio, que, debido a su tamaño, son más vulnerables a sufrir daños o fallos térmicos. Cuando esto ocurre, puede iniciarse un proceso conocido como ‘fuga térmica’, en el que la temperatura aumenta de manera descontrolada, provocando un incendio extremadamente difícil de extinguir.
A diferencia de los motores de combustión, que se pueden apagar con relativa facilidad, los incendios en vehículos eléctricos requieren una cantidad masiva de agua para sofocar las llamas. En algunos casos, los bomberos, que se exponen a un mayor nivel de riesgo debido a la complejidad de este tipo de incendios, han tenido que sumergir los vehículos en contenedores de agua durante horas para evitar que el fuego se reactive.

Además, los gases que se liberan en este tipo de incendio son más tóxicos, por lo que suponen un peligro adicional para los equipos de rescate y los propios ocupantes del vehículo. Ahora imaginemos un incendio de este tipo en un garaje subterráneo, como el de Alcorcón: calor extremo, humo denso y una propagación rapidísima. Un cóctel perfecto para el desastre.
Los expertos llevan tiempo advirtiendo de este riesgo. Ricardo Díaz Martín, Presidente del Consejo General de Colegios de Químicos de España, ha señalado que este tipo de fuegos, considerados de clase D son los más complicados y difíciles de extinguir. “Cuando las baterías de litio se sobrecalientan por contacto con el fuego, irremediablemente empezarán a explotar, una por una, proyectando trozos del material contenedor de la batería o del chasis del vehículo a modo de metralla” explica Díaz Martín.
El caso de Alcorcón no es el primero ni será el último. En los últimos años, se han documentado numerosos incendios en vehículos electrificados en España y en el resto del mundo. Modelos de diversas marcas como han protagonizado incidentes en los que los vehículos han ardido de forma espontánea, tanto en circulación como estando aparcados.

Los defensores del coche eléctrico insisten en que estos sucesos son estadísticamente menos frecuentes que en los coches de combustión, pero aquí el problema no es la frecuencia, sino la virulencia y la dificultad de extinción de estos incendios cuando ocurren.
La presión por parte de la Unión Europea, de los gobiernos y compañías por la descarbonización del transporte está llevando a que se pasen por alto aspectos cruciales de seguridad. Que sí, que la movilidad eléctrica puede tener ventajas en términos de emisiones, cuando no se tenga en cuenta su creación y destrucción, pero los peligros asociados a sus baterías no pueden ser ignorados. Incendios como el de Alcorcón deberían hacernos reflexionar: antes de lanzarnos a una tecnología sin frenos, hay que evaluar los riesgos y adaptar las infraestructuras para evitar tragedias como la que ha ocurrido en este garaje madrileño.