La crisis de los microchips está lejos aún de solucionarse. Así lo ha confirmado Intel, uno de los grandes fabricantes de este componente, el cual está presente en todos los objetos electrónicos, incluyendo vehículos. Las estimaciones de esta marca indican que será para 2023 cuando acabe la escasez.
En palabras de Pat Gelsinger, CEO de Intel, durante una conferencia para inversores, hablaba claro sobre cuándo se estabilizará la situación de los microchips. “El equilibrio entre la oferta y la demanda no se producirá hasta 2023”.
Junto a TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company), Intel es uno de los grandes actores en la producción de semiconductores. Y ambas coinciden en que la llegada del coronavirus y sus confinamientos provocó una altísima demanda de aparatos electrónicos como ordenadores de sobremesa, portátiles o tablets, lo que hizo que el grueso de los microchips fuera a parar a la producción de esos aparatos.
Las consecuencias, especialmente en el sector de la automoción, ya las conocemos. Falta de piezas, parones en la producción de modelos y una falta de stock que puede alargarse meses para quienes tenían el pensamiento de adquirir vehículos nuevos. Sin embargo, Gelsinger también afirma que la demanda del PC “es estructuralmente más grande ahora” y que se trata de un negocio que requiere “un millón de microchips al día”.
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Esta escasez ha provocado que las marcas del sector refuercen su producción de microchips para, como aventura Intel a decir en base a sus predicciones, normalizar la situación para 2023. En el caso de los fabricantes de coches, la estrategia pasa por contratar a más personal para dar salida a las unidades que están por terminar en el menor tiempo posible. Por ejemplo, la planta de Mercedes-Benz en Vitoria ampliará su personal para terminar de producir 3.000 vehículos afectados por la falta de piezas.
Por último, la Unión Europea, para no verse tan condicionada por la producción de microchips, que se concentra principalmente en el Sudeste Asiático, ha anunciado la creación de una ley para aumentar la producción propia de estos componentes, pasando del 10% actual al 20% para el año 2030.