Hace tres años, la policía realizó un control de estupefacientes a Rodney Koon, tras darle el alto por conducir a una velocidad de 133 km/h por una vía limitada a 55 millas por hora –88 km/h-. Koon dio positivo en el test de marihuana, que arrojó 10 nanogramos de THC -el componente activo de esta droga- por mililitro de sangre. Según su testimonio, hacía más de seis horas que había ingerido su dosis cuando le paró la policía.
Ahora, el Tribunal Supremo de Michigan ha dictaminado que, para que la conducción bajo los efectos de la marihuana medicinal sea ilegal, habría que dar positivo con una tasa cinco veces superior a la de Rodney Koon. El éxito de la apelación se basa en que el estado de Michigan no tiene un límite de marihuana en sangre como sí lo tiene de alcohol, y el tribunal ha considerado que debería estar definido para poder actuar contra Koon.
En España, dado que el consumo de marihuana no está permitido ni siquiera con fines médicos, tampoco existe un límite a partir del cual circular bajo sus efectos es sancionable. Y, aunque se legalizara por sus efectos medicinales, el artículo 27 del Reglamento de Circulación es tajante: «No podrán circular por las vías objeto de la legislación sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial los conductores de vehículos o bicicletas que hayan incorporado a su organismo psicotrópicos, estimulantes u otras sustancias análogas, entre las que se incluirán, en cualquier caso, los medicamentos u otras sustancias bajo cuyo efecto se altere el estado físico o mental apropiado para circular sin peligro».
Entre los efectos de la marihuana en la conducción, destacan la pérdida de coordinación, las dificultades en la toma de decisiones y el aumento del tiempo de reacción ante estímulos visuales o auditivos.