La llamada a revisión que Jeep no quería hacer

Las autoridades estadounidenses achacan una serie de incendios sufridos por los Jeep a un diseño defectuoso, pero la marca se niega a reconocerlo. De momento, ha accedido a revisar los vehículos de los que se sospecha.


Jeep ha llamado a revisión 2,7 millones de unidades del Grand Cherokee -producidas entre 1993 y 2004– y el Liberty, conocido como Cherokee en Europa -de entre 2002 y 2007-. Ambos modelos cambian en 2013: El nuevo Cherokee fue presentado en el Salón de Nueva York, y el Grand Cherokee se desveló en Detroit.

Dos son los problemas que, unidos, han obligado a Jeep ha llamar a revisión a todos estos vehículos: Por un lado, la colocación del depósito de combustible por detrás del eje trasero y por delante del parachoques, además del uso de materiales plásticos en él; por otro, la instalación de modificaciones para llevar remolque -los anclajes, la bola…-. Con el diseño resultante, el depósito está menos protegido, con lo que se corre un mayor riesgo de incendio en el caso de que se produzca un accidente a baja velocidad.

La NHTSA -autoridad estadounidense que regula el tráfico en carretera– inició la investigación sobre estos modelos de Jeep en el año 2010, después de registrar una serie de accidentes que podrían estar relacionados con la colocación del depósito. La última negativa dada por Chrysler-Jeep a la NHTSA es del pasado 4 de junio. La compañía sigue sin reconocer que los vehículos que se van a revisar tengan algún defecto, pero accede ahora a realizar las revisiones y reforzar la estructura trasera, para tranquilizar a los propietarios. «Los vehículos sospechosos son seguros y no tienen defectos», ha dicho Jeep en un comunicado.

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