Hace unos días, los 27 Estados de la Unión Europea llegaron a un acuerdo para retrasar la puesta en marcha de la normativa anticontaminación Euro 7, que debía entrar en vigor en 2025. Finalmente, la fecha de inicio en el funcionamiento de la Euro 7 se ha retrasado dos años en su calendario de aplicación: es decir, a 2027 para los coches y furgonetas y a 2029 para los camiones y autobuses.
De esta forma, los fabricantes de automóviles podrán seguir centrando sus inversiones en la electrificación para ser competitivos. Y los consumidores también lo notarán en sus bolsillos ya que, aunque la Unión Europea apuntaba que la adaptación de la norma Euro 7 supondría un aumento medio en el precio de los coches de unos 300 euros, ACEA (Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles) lo cifraba en 2.000 euros más de media en los modelos más pequeños.
Ahora, la agencia de noticias francesa, AFP, ha desvelado que nueve ciudades han presentado una petición al Parlamento Europeo para exigir normas medioambientales más duras en la industria del automóvil.
9 ciudades que quieren una Euro 7 dura
Suavizar la normativa anticontaminación Euro 7 no ha gustado a nueve ciudades, que se oponen a la medida porque creen que «supone una regresión» en materia medioambiental. Estas nueve ciudades son: las francesas de París, Lyon, Burdeos, Montpellier, Besançon; Roma (Italia), Bruselas (Bélgica), Zagreb y Krizevci (ambas en Croacia).
«Nosotros, representantes de las grandes ciudades europeas que concentran el 75 % de la población europea, no podemos aceptar tal negación democrática y tal escándalo», indican en la petición que han realizado al Parlamento Europeo los alcaldes de las mismas liderados por el Ayuntamiento de París. Así, estas ciudades exigen «un estándar ambicioso, alineado con los marcados por la OMS (Organización Mundial de la Salud».
Según estas nueve ciudades, «en lugar de obligar a los fabricantes a alinearse con un estándar ambicioso, Europa se está preparando para alinearse con sus requisitos e intereses». Al mismo tiempo, creen que la normativa Euro 7, tal y como la plantean suavizándola, otorgaría «una licencia para contaminar y, por tanto, para matar, y un nuevo escándalo de salud pública a escala europea». De igual modo, «renunciar a endurecer la norma hoy nos condenaría a sufrir las emisiones de estos vehículos hasta 2050».