Si tienes un Porsche Carrera GT… estás de enhorabuena, porque es un modelo ultra exclusivo del fabricante alemán, propulsado por un motor V10 y del que sólo se fabricaron 1.270 unidades, con un valor actual para cada una de ellas de, como mínimo, alrededor de 1,5 millones de euros (aunque el récord se sitúa en los dos millones).
Sin embargo, no todo es de color de rosa en el elitista mundo de los deportivos ultra-exclusivos. Hace unos meses conocíamos la noticia de que casi 500 unidades del Carrera GT estaban llamadas a revisión por un problema en una rótula de suspensión… y el día del multimillonario medio acaba de empeorar ahora que autoplus.fr ha publicado que toda la producción del modelo tendrá que dejarse revisar para resolver un proble,a de corrosión relacionado con el bastidor del coche y que podría degradar las prestaciones del vehículo.

A cuenta del fabricante
Como suele ocurrir en los problemas relacionados con defectos de fabricación y no relacionados con elementos sujetos a desgaste, Porsche correrá con la integridad del coste de las reparaciones.
Aunque todos los coches incorporan garantías limitadas relacionadas con la corrosión (y es habitual y esperable que esta se produzca con el tiempo, por ejemplo como resultado del impacto de pequeñas piedras proyectadas contra los bajos y que consiguen destruir la protección galvánica anticorrosión que se aplica a todas las carrocerías), el hecho de que Porsche considere que existe un fallo de fabricación capaz de justificar una llamada a revisión de toda la producción sugiere un problema diferente.

La corrosión en coches «normales»
Una posible explicación podría consistir en un defecto de protección en la anticorrosión aplicada durante la fabricación del coche, hace casi 20 años. Esto tendría sentido ya que, cualquier pequeño resquicio puede ser el «punto de entrada» de un proceso de corrosión que acabe afectando a toda una pieza.
Otra alternativa sería que estuviéramos ante un riesgo de corrosión galvánica, que es la que se produce cuando entran en contacto dos metales diferentes y en un entorno (como por ejemplo, agua salada) que pueda funcionar como electrolito.
Cuando se fabrican carrocerías de tipo multimaterial, suele recurrirse a la combinación de materiales como el acero y el aluminio, sobre todo para reducir el peso. Sin embargo, en los puntos de unión, es imprescindible aplicar capas de adhesivos o otras sustancias que mantengan físicamente separados a estos dos materiales. Si esta medida de precaución falla, una de las dos piezas comienza a resentirse.

El caso del Porsche Carrera GT
En el caso del bastidor del Carrera GT, nos encontramos con un monocasco en fibra de carbono que constituye el grueso del coche, y que no parece muy susceptible de sufrir corrosión (aunque a la fibra de carbono pueden ocurrirle otras cosas peores). De esta manera, parece que el problema debe de situarse en alguno de los subchasis: las estructuras fijadas al bastidor principal y que actúan de elemento de montaje de lo que propiamente se considera como chasis, y que esencialmente está compuesto por las articulaciones de suspensión, sistemas de dirección y componentes elásticos y amortiguadores.

En el Carrera GT, las uniones entre componentes de carbono se realizan mediante pernos de aluminio. El plástico reforzado con fibra de carbono puede ser conductor de la electricidad si se deteriora la matriz de polímero que encapsula al carbono (de hecho, el carbono es un de los mejores conductores de la electricidad que se conocen). Si eso ocurre, el riesgo de corrosión galvánica existe, incluso entre dos piezas físicamente alejadas.
En cualquier caso, y teniendo en cuenta la existencia más o menos palaciega que, a buen seguro, tienen todos los Carrera GT comercializados, seguro que Porsche llega a tiempo de que todas las medidas a implementar tengan un carácter meramente preventivo.
