Ahora que los controles de alcoholemia están de moda, debido a la propuesta sobre bajar la tasa de 0,5 gramos por litro en sangre a 0,2 de la DGT, te contamos la historia del primer conductor ebrio de la historia.
Conducir bajo los efectos del alcohol es una de las principales causas de accidentes de tráfico en todo el mundo. El concepto de «conductor ebrio» está vinculado, por desgracia, a tragedias.

Sin embargo, la historia del primer conductor ebrio detenido es tan curiosa como sorprendente. Fue en Londres, hace casi 130 años, cuando George Smith, un taxista londinense de tan solo 25 años, se convirtió en el primer automovilista arrestado por conducir en estado de embriaguez. Lo más insólito de esta historia es que lo hizo al volante de un taxi eléctrico.
La historia del primer conductor ebrio arrestado de la historia
Corría el 10 de septiembre de 1897 cuando George Smith conducía uno de los taxis experimentales de la London Electrical Cab Company, una empresa pionera que había lanzado una flota de taxis eléctricos en Londres.
Aunque hoy en día los taxis eléctricos se ven como una tendencia moderna y ecológica, en aquel entonces, estos vehículos eran una verdadera innovación. De hecho, Smith llevaba apenas 22 días transportando pasajeros con este taxi eléctrico, que, debido al zumbido de su motor, se conocía como «colibrí» o hummingbird.
Estos taxis cero emisiones representaban una hazaña tecnológica, pero también presentaban desafíos. Su peso era un problema crucial, ya que las baterías sumaban unos 711 kilos al vehículo, lo que hacía que los neumáticos se desgastaran rápidamente y las llantas de madera se rompieran con frecuencia. Este gran inconveniente, junto con su alto coste de mantenimiento, llevó a que la empresa cerrara en 1899, apenas dos años después de su creación.

Aquella noche, Smith perdió el control de su taxi eléctrico y chocó contra un edificio en New Bond Street, un hecho que podría haber pasado desapercibido en su momento, pero que marcó un precedente histórico. Tras el accidente, fue arrestado por la policía, quien determinó que había estado conduciendo bajo los efectos del alcohol, convirtiéndose en el primer conductor ebrio detenido. En un acto que hoy en día nos resulta completamente familiar, Smith se declaró culpable ante el Tribunal de Marlborough Street.
La sanción que recibió fue sorprendentemente baja: 20 chelines, lo que equivalía a una libra esterlina de la época, apenas algo más de un euro en la actualidad. Esta cantidad resulta irrisoria en comparación con las sanciones actuales, que en países como el Reino Unido pueden llegar a las 2.500 libras.
En España, la multa mínima por conducir en estado de ebriedad es de 500 euros, y dependiendo del nivel de alcohol en sangre, el conductor puede enfrentarse incluso a penas de prisión o la retirada del carnet de conducir.
La evolución de las pruebas de alcoholemia
El caso de George Smith sentó las bases para una mayor concienciación sobre los peligros de conducir ebrio. Sin embargo, en aquel entonces no existían dispositivos fiables para medir el nivel de alcohol en sangre y detectar a cualquier conductor ebrio.
Los agentes de policía debían basarse en la observación de los síntomas evidentes de ebriedad, como el equilibrio, la coordinación o incluso el olor a alcohol en el aliento del conductor. Este método, por supuesto, era extremadamente subjetivo.
La evolución hacia un sistema más objetivo llegó décadas más tarde. En las primeras décadas del siglo XX, se empezaron a realizar análisis de sangre, aunque no se llevaban a cabo en el lugar del incidente. El gran avance llegó en 1954, cuando el norteamericano Robert F. Borkenstein inventó el primer alcoholímetro fiable.

Este dispositivo permitía medir la cantidad de alcohol en sangre mediante una sencilla prueba de aliento, un concepto que sigue siendo el fundamento de los alcoholímetros modernos.
A pesar de los avances en tecnología y las sanciones más estrictas, el problema del conductor ebrio sigue siendo una amenaza para la seguridad vial. En el Reino Unido, a pesar de ser uno de los países europeos con las multas más altas por conducir bajo los efectos del alcohol, en 2021 se registraron 240 accidentes mortales atribuidos a esta causa.
España no es ajena a esta problemática. De acuerdo con datos recientes, más del 30% de los accidentes mortales en el país están relacionados con la aparición de un conductor ebrio, lo que refleja que aún queda mucho camino por recorrer en la lucha contra este problema.
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