Durante años se habló de un futuro sin coches gasolina, en el que la Unión Europea (UE) pretendía prohibir la venta de vehículos con motor de combustión a partir de 2035.
Sin embargo, ante la presión de los fabricantes y la realidad del mercado, esa prohibición podría sufrir modificaciones sustanciales.

Lejos de ser un retroceso, esta revisión busca salvar a la industria automotriz europea y dar tiempo a una transición hacia la movilidad eléctrica.
¿Por qué se replantea la prohibición?
La medida original de prohibir los coches gasolina y diésel nuevos a partir de 2035 parecía inamovible. La estrategia, que incluía la excepción para los e-fuels, tenía como objetivo acelerar la reducción de emisiones contaminantes y fomentar la adopción masiva de vehículos eléctricos.
No obstante, la presión de las marcas y los riesgos de un drástico apagón térmico han llevado a la UE a reconsiderar su postura.
Los fabricantes europeos han argumentado que imponer una prohibición tan radical en tan solo diez años es poco realista.

“Necesitamos ser realistas”, señalan desde la industria, que se ve amenazada no sólo por el cambio de normativa, sino también por la llegada de coches eléctricos chinos, cuyos precios y tecnología avanzados ponen en jaque a las marcas tradicionales.
Ante esta situación, la UE ha señalado que “en el contexto del diálogo, encontraremos soluciones inmediatas para garantizar la capacidad de la industria examinando posibles flexibilidades”.
La presión de la industria y el riesgo de un apagón eléctrico
La propuesta de prohibición de coches gasolina desde 2035 ha sido uno de los pilares de la política medioambiental europea.
Sin embargo, en la actualidad, el mercado de vehículos eléctricos no muestra el crecimiento esperado. En 2024, las ventas de coches eléctricos se estancaron en el Viejo Continente, con una cuota global de apenas un 18%.
En países como España, la penetración de estos vehículos no superó el 6%, y en Alemania, la eliminación de ayudas públicas provocó una caída notable en sus ventas.
Este estancamiento, sumado al auge de los eléctricos procedentes de China, ha puesto en riesgo la competitividad de una industria que durante décadas ha sido uno de los pilares económicos de Europa.

La amenaza de perder puestos de trabajo y de ver mermada una de las industrias más potentes del continente ha impulsado a gobiernos y fabricantes a buscar una solución que no implique un apagón eléctrico repentino.
La apuesta por los híbridos enchufables
La solución que se baraja actualmente es permitir la venta de coches híbridos enchufables (PHEV) más allá de 2035. Estos vehículos, que combinan un motor de combustión con uno o varios motores eléctricos, ofrecen una alternativa intermedia entre los coches gasolina y los eléctricos puros.
En esencia, siguen contando con un motor de gasolina, pero con la ventaja de poder recargar una batería que les permite circular en modo eléctrico durante trayectos cortos.
Esta opción se presenta como un “balón de oxígeno” para la industria europea. Permitir la continuidad de la comercialización de coches gasolina en forma de híbridos enchufables no sólo alivia la presión inmediata sobre los fabricantes, sino que también abre un margen para el desarrollo de la infraestructura necesaria para los eléctricos puros.
En muchos países, la red de recarga aún está en pañales y esta transición gradual podría marcar la diferencia.
Impacto en la industria y en el mercado
El replanteamiento de la prohibición afecta a toda la cadena del automóvil. Países como Italia han pedido una demora en el fin absoluto de los coches con motor de combustión, advirtiendo del impacto negativo sobre la industria y el empleo.
La posibilidad de seguir vendiendo coches híbridos enchufables, que incluyen motores de gasolina, ofrece a las marcas tradicionales la oportunidad de adaptarse sin sufrir una crisis.
Un ejemplo revelador es el del Dacia Sandero, que el año pasado se posicionó como el coche más vendido en Europa. Este modelo, impulsado por su economía y eficiencia, demuestra que los coches gasolina siguen teniendo una fuerte demanda en el mercado.
De hecho, la presencia de modelos de gasolina económicos ha permitido mantener la competitividad en un escenario en el que el cambio hacia los eléctricos no es tan rápido como se esperaba.

Además, la presión competitiva de los vehículos eléctricos chinos ha llevado a algunas marcas europeas, como Volkswagen, a replantear sus estrategias. La agresiva apuesta por los eléctricos, orientada a cumplir el objetivo de 2035, ha desembocado en lo que muchos consideran la mayor crisis de la historia reciente de algunos fabricantes.
Ante este panorama, flexibilizar la prohibición de coches gasolina podría darles el respiro necesario para perfeccionar su oferta en híbridos enchufables y, a medio plazo, en eléctricos puros.
Mejoras en la homologación y retos tecnológicos
La evolución normativa no es el único factor en juego. La nueva homologación para los vehículos PHEV, que se centra en medir de forma más realista las emisiones y el consumo, también ha influido en esta decisión. Entró en vigor en enero y obliga a las marcas a mejorar las prestaciones de estos coches. Esto implica invertir en baterías con mayor autonomía y optimizar el rango eléctrico, que actualmente oscila entre los 50 y 70 kilómetros en promedio.
Además, los fabricantes deben ajustar sus estrategias de precios. Los híbridos enchufables y los eléctricos suelen rondar precios similares, en torno a los 40.000 euros, lo que supone un reto para posicionar de forma diferenciada ambas tecnologías en el mercado.
En España, por ejemplo, los híbridos convencionales representan la mitad de las ventas, mientras que los híbridos enchufables tienen una cuota menor debido a su precio y prestaciones aún en desarrollo.
Perspectivas a futuro: un nuevo plan de objetivos
El debate sobre la prohibición de coches gasolina y la transformación del sector del automóvil continuará en los próximos meses.
Se espera que el 5 de marzo se presente un nuevo plan de medidas que busque conciliar la reducción de emisiones con la necesidad de salvar la industria. Entre las medidas se encuentra la posible revisión de los objetivos de emisiones medias, que actualmente no deben superar los 93,6 g/km de CO₂ para este 2025, un parámetro que las marcas han venido demandando desde hace tiempo.
Estas iniciativas pretenden facilitar la transición hacia un mercado dominado por los eléctricos puros, sin descuidar la competitividad y la viabilidad económica de una industria que ha sido clave en la economía europea.
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