Primer contacto con el Subaru BRZ

El Subaru BRZ es un coupé de 4,24 m de largo de cuatro plazas que, junto al futuro Toyota GT 86 -su modelo ‘gemelo’, que únicamente se diferenciará en el frontal, personalizado con el diseño de Toyota- ha levantado una gran expectación. ¿Los motivos? En primer lugar, se trata de una vuelta al concepto de deportivo clásico -ligero y con tracción trasera- pero es que, además, el BRZ cuenta con un motor atmosférico de 2.0 l y 200 CV de configuración bóxer -con los cilindros opuestos- que podrá adaptar un cambio manual de seis marchas u otro automático, también de seis velocidades, con levas tras el volante. En principio, este modelo, que comenzará a venderse en España a final de año, llegará con dos acabados pero, por ahora, Subaru sólo ha facilitado el precio del que partirá el más barato: 29.900 euros. Está destinado a competir directamente con modelos como el VW Scirocco, Peugeot RCZ, Hyundai Genesis o Mazda MX5… pero es el más barato de todos ellos -en versión equivalente-.
Tuvimos la oportunidad de probar varias unidades de preserie del BRZ en un recorrido desde Madrid hasta el castillo de Cruzcurmita, en Haro -La Rioja- y vuelta a Madrid; en total, cerca de 760 km -la mayoría por autovia, pero también por carreteras comarcales-. Desde fuera, lo primero que sorprende del BRZ es su escasa altura -sólo mide 1,30 de alto, por 1,78 de ancho-, que se comprende una vez accedes a un interior y te pones a sus mandos: la postura de conducción es muy deportiva y el conductor va situado muy bajo -personas de hasta 1,90 m de altura irán cómodos en él-, en unos asientos con buen agarre lateral, y con las piernas muy estiradas. Cuestión aparte son las plazas traseras: Subaru anuncia este coche como 2+2… con razón ya que, en ellas, sólo irán cómodos niños. Por otro lado, el interior del Subaru está bien resuelto, aunque los materiales son correctos -plásticos duros en su mayoría-, los ajustes entre las distintas piezas son buenos y el conjunto da una sensación de sólidez. Además, el salpicadero presenta abundante información de forma clara, a través de unos clásicos relojes de forma redonda y los mandos quedan muy a mano.
Ya en marcha, lo primero que se advierte del BRZ es que su motor es uno ‘a la vieja usanza‘. Desarrollado casi al 100% por Subaru -Toyota sólo ha aportado el sistema de inyección directa-, no destaca por su respuesta en baja sino que entrega lo mejor de sí en la parte alta del cuentarevoluciones -a partir de las 4.500-; para ilustrarlo, baste decir que su par máximo -205 Nm- se consigue entre las 6.400 y las 6.600 vueltas, mientras que los 200 CV de potencia máxima se consiguen a 7.000 rpm. En este sentido, llevar el motor siempre en su zona más brillante no es problema gracias a un cambio manual de funcionamiento preciso y con recorridos cortos de palanca, pero con un tacto algo áspero -también tuvimos oportunidad de probar unidades equipadas con cambio automático, que funciona correctamente, pero no destaca por su rapidez-. ¿Un fallo? Las relaciones de marcha resultan más largas de lo esperado en un coupé deportivo, en especial la sexta -pensada para consumir lo menos posible- pero que deja caer demasiado las revoluciones del motor: por ej., circulando a 3.700 rpm en sexta, el velocímetro ya marcaba 200 km/h. En cuanto al consumo, Subaru indica que el BRZ manual gasta 6,9 l/100 km -7,1 l/100 el automático-, si bien nosotros, a velocidades legales por autovía, logramos una media en torno a los 8,0 l y, en conducción deportiva, de entre 9,5 y 10 l/100 km. Tampoco resulta un gasto excesivo, lo que en parte se debe a la gran aerodinámica del coche, que obtiene un Cx de sólo 0,27.
Ahora bien, el punto fuerte de este Subaru es su chasis, y es que se nota el esfuerzo que han realizado desde la marca para lograr un centro de gravedad lo más bajo posible -se situa a apenas 460 mm del suelo; sólo modelos como Ferrari o Porsche logran uno más bajo-. Esto se traduce en comportamiento muy noble, estable y muy divertido, que permite una entrada en curva muy rápida -y, en la cual, la trasera acompañará ligeramente el giro-. Por su parte, los 1.224 kg de peso ayudan a que el coche no muestre demasiadas inercias y que los frenos, realicen su cometido eficazmente. El único ‘pero’ que se puede poner al comportamiento del BRZ es quizá su suspensión, que resulta dura en exceso -Subaru reconoce que han optado por una suspensión de mayor dureza de la que llevará el Toyota GT 86- y que se muestra muy seca -sobre todo en el eje trasero- y, por tanto, incómoda sobre firmes bacheados… o incluso al pasar por una junta de dilatación en carretera.
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