Cataluña apuesta por los radares de tramo
El motivo que esgrime el SCT es el riesgo para la seguridad que suponen los radares fijos tradicionales, ya que los conductores que los detectan tienden a pegar un frenazo para evitar ser multados. Mientras un radar fijo mide la velocidad en un punto concreto de la vía, el radar de tramo se compone de dos pórticos, uno al principio y otro al final del trayecto que se esté controlando; al registrar la matrícula y la hora exacta a la que cada vehículo ha pasado por cada uno de los pórticos, el sistema calcula el tiempo que ha tardado dicho vehículo en recorrer el tramo medido. Si está por debajo del tiempo mínimo calculado para circular dentro de los límites, el conductor podrá ser multado.
El director del SCT, Joan Josep Isern, ha confirmado que ya se están realizando los trámites para adjudicar los nuevos radares de tramo a determinados puntos de la red viaria catalana. El SCT ya había elaborado hacía tiempo un listado con quince lugares en los que, por su peligrosidad, conviene instalar un radar de tramo: Entre ellos se encuentran la N-340 -entre Sant Carles de la Ràpita y Amposta (Tarragona)- y la C-56 -en la parte que discurre desde Cassà de la Selva hasta Llagostera (Gerona)-.
Cataluña fue la primera comunidad autónoma en instalar un radar de tramo: Lo hizo en el año 2009, en el Túnel de Viella (Lérida).