Los menos jóvenes, recordarán que en 1992 se impuso a todos los fabricantes de vehículos europeos someterse a la normativa Euro 1 para reducir las emisiones contaminantes. Las gamas de prácticamente todas las compañías tuvieron que adaptarse para ello y el cambio más importante fue la implementación del catalizador que, por desgracia, supuso una pérdida de potencia en una serie de modelos. Casi 30 años después, la normativa de emisiones Euro 6d-Temp está a punto de entrar en vigor -lo hará el 1 de septiembre- y, junto a ella, se implementará el ciclo de homologación WLTP en condiciones más reales.
Con estos cambios, la historia se repite y algunos fabricantes se han visto obligados a realizar modificaciones en sus motores para adaptarse a los nuevos estándares. Una de las medidas más recurrentes para cumplir con la normativa es la instalación de un filtro antipartículas (FAP) que permite reducir las emisiones; hasta ahora, este elemento era propio de los motores diésel, pero, a partir de septiembre, también lo veremos en algunos coches con propulsor de gasolina. Es el caso de Seat León Cupra que, a consecuencia de su instalación, perderá 10 CV de potencia en las versiones con tracción delantera, pasando de los 300 CV actuales a los 290 CV del modelo que cumplirá la normativa Euro 6d-Temp. Los Seat León Cupra con tracción 4Drive seguirán rindiendo 300 CV.
¿Cuestión de estrategia?
Pero, ¿por qué solo pierden potencia los tracción delantera? Lo cierto es que no es fácil responder a esta pregunta. Al parecer, los motores 2.0 TSI ligados al sistema de tracción total incorporan un software más evolucionado que el de los propulsores asociados a la tracción delantera, pero esta explicación no termina de justificar la instalación del FAP en los coches con tracción delantera. Por otra parte, las versiones 4Drive emiten más CO2 que el resto, por lo que pagan más impuesto de matriculación; con la nueva homologación de consumos y emisiones, las variantes de tracción delantera pasarían a emitir más CO2 y, como consecuencia, pagarían más impuesto de matriculación. Pero, en un modelo de estas características, es previsible que los clientes prefieran pagar un poco más a tener que comprar un coche con menos potencia. Ninguna de estas explicaciones es suficiente para entender la pregunta que nos hacíamos al principio de estas líneas y, lo más lógico, es que todo esto forme parte de una estrategia de Seat para potenciar las ventas de las versiones con tracción integral o, al menos, para reforzar su posicionamiento en la gama.