Los túneles de la M-30 se construyeron para reducir la contaminación en el centro de Madrid. Una contaminación que ahora amenaza la integridad de dichos túneles según el último estudio de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). En el informe, los investigadores han querido comprobar cuál es el efecto del CO2 sobre el hormigón de los túneles urbanos, y para ello han elegido los túneles que recorren la conocida vía madrileña.
“En los túneles urbanos el hormigón se encuentra sometido a altas concentraciones de gases que proceden los vehículos”, indica Jaime Gálvez, catedrático de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la UPM. Así las cosas, este estudio tiene el objetivo de entender cuáles son los posibles deterioros provocados por la contaminación para “poder mantener en condiciones adecuadas de explotación y servicio” la infraestructura, así como con una condiciones de seguridad aceptables.

Del citado estudio de la UPM se extrae que el CO2 es el responsable de un fenómeno conocido como la carbonatación del hormigón, el cual puede corroer las armaduras de los túneles urbanos y derivar en un problema estructural. Por eso mismo, los investigadores registraron durante un periodo de 15 días los niveles de gases contaminantes en el interior de los túneles de la M-30, incluyendo días laborables y fines de semana para tener un espectro de la situación más realista.
El CO2, el peor enemigo de los túneles de la M-30
Tras elaborar sus propias mediciones, los investigadores de la UPM efectuaron una comparativa con los registros de los sensores de contaminación presentes en los túneles de la M-30. Se determinó que el CO2 es el gas con mayores concentraciones dentro de los túneles y que su variación responde a los diferentes flujos de tráfico.
“Esta información permite estimar las concentraciones de CO2 a las que se encuentra expuesta una estructura y también predecir de manera precisa las concentraciones a las que se verá sometida en el futuro a partir de estudios de tráfico y de la evolución del parque circulante», continúa diciendo Gálvez.
Poder conocer los efectos nocivos que la contaminación produce, permitirá desarrollar plantes de contención a medio y largo plazo, evitando así un desgaste prematuro que puede incurrir en ciertos peligros para los usuarios que transitan por los túneles de la M-30. «Estos datos son fundamentales para diseñar el plan de mantenimiento del hormigón de los túneles a lo largo de su vida útil”, sentenció Gálvez.
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