Los incentivos del Gobierno francés por la compra de un coche eléctrico nuevo tienen como objetivo eliminar, en la medida de lo posible, los diésel antiguos –y contaminantes- de la circulación. Así, subvenciona la compra de uno de los primeros con 10.000 euros si en la operación se incluye la entrega de un vehículo de gasóleo con más de 15 años, y que pronto se extenderá a los de más de 10 años.
Además, el Ministro francés de Ecología y Energía, Segolene Royal, ha solicitado el desarrollo de un coche eléctrico popular, cuyo precio oscile entre los 5.000 y los 8.000 euros, para añadir más tarde que los diésel dejarán de tener beneficios fiscales en un futuro. No obstante, no será antes de 5 años, ya que el parque automovilístico está formado por automóviles de gasóleo en dos terceras partes, lo que perjudicaría a la mayoría de conductores.
Los esfuerzos por parte del Gobierno de limitar los vehículos diésel están presentes desde hace décadas. Esto es debido a la necesidad de su reducción por sus ventas masivas después de que, en la década de los 60, se firmase un acuerdo con los concesionarios para extender su comercialización gracias a una mayor economía de uso.
Ahora, Francia está pagando esa masificación en forma de contaminación y altos niveles de partículas dañinas para la salud y el medio ambiente, con millones de coches anteriores a 2005 que no llegan a cumplir siquiera la norma anticontaminación Euro 4, emitiendo humo visible y con ciudades enteras impregnadas de su olor característico e insalubre.