Michael Vergers: el recordman de Nurburgring

Bajar de los 7 minutos en Nürburgring es una tarea al alcance de muy pocos, pero batir dos veces seguidas el récord de vuelta es algo que sólo Michael Vergers ha podido realizar. Actualmente ostenta dicho récord con 6'48'' minutos, aunque está convencido de que aún lo puede bajar más.


Si hay algo que persigue todo piloto profesional es, sin duda, que le recuerden como el más rápido de todos los tiempos. Seguramente habrás oído que muchos buscan la fama, la notoriedad o ser el que más títulos atesora; pero detrás de todos esos campeonatos, todas esas alabanzas y esos contratos multimillonarios, lo que realmente ansían es ser el hombre más rápido del planeta; y si además eres capaz de lograrlo en el circuito alemán de Nürburgring… sobran los calificativos.

Pues bien, dicho esto, no pienses ni en Fernando Alonso, ni en Lewis Hamilton, ni en Sebastien Ogier, ni en Carlos Sainz como el piloto más rápido del mundo, para ello, tendrás que irte hasta Alkmaar –una pequeña ciudad al norte de Holanda a 40 minutos en coche de Ámsterdam– y preguntar por un tal Michael Vergers. Sí, porque este holandés es, a todos los efectos, el piloto más rápido del mundo; y no es que lo digamos nosotros, es que así lo atestiguan sus 6’48» minutos en el Infierno Verde.

James Hunt, su confesor…

Como todo buen campeón, Vergers comenzó su carrera automovilística pilotando un kart, aunque a diferencia de otros, no lo hizo hasta una edad tardía, los 15 años. Y eso que su pasión por las cuatro ruedas le venía heredada; «recuerdo ir con mi padre al club de fans del piloto de Fórmula 1 Stirling Moss en Zandvoort –Países Bajos–, y pasar allí horas viendo las fotos y los documentales que proyectaban sobre él». Sin embargo, los continuos cambios de hogar evitaron que el pequeño Vergers pudiera gestarse una carrera como piloto.

Hasta que a principios de los años 80, su familia se mudó a la Costa del Sol con la fortuna de que vivían ‘puerta con puerta’ con James Hunt, que por aquel entonces, con el título de Campeón del Mundo de Fórmula 1 ya en su vitrina, se dedicaba a vivir la vida –tenía 33 años– y comentar carreras para la BBC. Ambas familias se hicieron buenos amigos y pasaban juntas gran parte del tiempo. En aquella época, el joven Michael –que curiosamente guardaba cierto parecido físico con el propio Hunt– alternaba sus juegos en la calle con «sesiones maratonianas frente al televisor, viendo las gestas de Hunt en su vídeo Betamax –tenía una colección extensísima– y leyendo todas las revistas sobre Fórmula 1».

Durante muchas de esas tardes, Vergers le comentaba al propio Hunt lo mucho que disfrutaba viendo los campeonatos de karts que se disputaban en Málaga. También le confesó que un día, un grupo de chicos le dejó pilotar uno de esos karts –ya que no hacían más que verle, día tras día, al otro lado de la valla– para dar unas cuantas vueltas al trazado; y que cuando bajó, todos se quedaron mirándole con la boca abierta hasta que uno de ellos le instó a que compitiera. Hunt secundó dicho consejo, algo que le dio el coraje suficiente a Vergers para ir a hablar con su padre y convencerle de que lo suyo eran las carreras porque «eran más interesantes que la escuela».

Dicho y hecho, el padre accedió –de forma más sencilla de lo que el propio Vergers se pudiera imaginar– y, en 1984, ya estaba subido a un kart. Ese mismo año, como era previsible, comenzó a ganar carreras, cinco en total, lo que le convirtió en el Campeón de Andalucía Junior. En los dos años siguientes, se coronó como subcampeón sénior de karting, logrando tres victorias, y como cuarto clasificado del campeonato Nacional, donde consiguió seis triunfos.

Destino: Inglaterra

Con su palmarés de victorias aumentando al mismo ritmo que su edad, en 1987 su padre decidió mandarle rumbo al Reino Unido para inscribirle en la escuela de conducción del ex-piloto Jim Russell, en Snetterton. Allí no sólo se formó como piloto profesional sino que fue el trampolín de salida para competir en la Fórmula Ford –que, por aquel entonces, se situaba justo por debajo de la Fórmula Renault 2.0 y la Fórmula 3, antesala de la F1–. Tras dos años de adaptación, en donde su mejor resultado fue un tercer puesto en el campeonato Dutch & Benelux con un Cirrus MS, en 1989 comenzaron a llegar las victorias. La primera fue moral, al lograr el premio como mejor novato del año, que consiguió después de terminar segundo en Festival Formula Ford situándose por delante de pilotos tan renombrados como David Coulthard o el español Marc Gené. Al año siguiente, logró su primer título importante al conquistar el campeonato LuK RAC de Fórmula Ford, donde obtuvo cuatro victorias. De ahí dio el salto a la Fórmula Opel Lotus Euroseries que le sirvió para que, en 1993, realizase sus primeros test de Fórmula 3 en el circuito de Jerez.

Aunque su camino no le ha llevado a la Fórmula 1, principalmente por falta de patrocinios, ello no ha impedido que su carrera deportiva siguiera en movimiento. Vergers continuó ganando pruebas pero, sobre todo, lo hizo pilotando una gran variedad de vehículos: desde un Ford Mondeo Touring Car hasta un Renault Spider, un Dodge Viper GTS-R e incluso un Ford Transit SuperVan 3 o un Fórmula Super Toyota del equipo español Azteca MS dirigido por el piloto Javier Morcillo.

Así, hasta que en 1996 se reunió con Mick Hyde y Phil Abbott, de la empresa Radical Sportscars, quienes le contaron su proyecto de construir coches de competición que también pudieran servir para circular por carretera. A Vergers le entusiasmó el tema y, de facto, se convirtió en el piloto de desarrollo de Radical: «Conocí a los propietarios cuando la idea todavía era una embrión pero nada más ver el Clubsport, me enamoré». Tras tres años de pruebas y dos modelos puestos en los circuitos, el ya mencionado Clubsport y el Pro-Sport 1200 –con el que participó en el campeonato de España de GT, o también conocido como Iber GT–, en 2000 se fundó el Campeonato de resistencia Radical. Allí compitió durante dos temporadas, tras lo cual, logró el título en el VSR V8 en 2005 –campeonato británico conocido en sus orígenes como ASCAR–.

Ese año fue especial para Vergers, pues el holandés se marcó un objetivo claro: batir el récord de tiempo a una vuelta en Nürburgring y así poder sacarse la espina que tenía clavada desde 2003, cuando su compañero Phil Bennett paró el crono en 7’32» pilotando un Radical SR3 Turbo… que el propio Vergers había preparado.

Michael lo logró, pulverizó dicho tiempo y paró el reloj en 6’55» minutos conduciendo un SR8. No obstante, Vergers se bajó con una sensación rara, «sabía que podía bajarlo aún más…» Un pensamiento que, por contra, no fructificó durante los años siguientes ya que el propio Vergers prefirió centrarse en la categoría LMP2 de las European Le Mans Endurance Series. En su primer año, logró un meritorio octavo puesto que le sirvió para coger experiencia y, en 2006 contra todo pronóstico, se proclamó vencedor de la categoría LMP2 pilotando un Courage C65.

Un piloto polifacético

Vergers siguió participando en las Le Mans Series hasta 2009, año en el que Radical sacó el SR8LM. Fue entonces cuando lo vio claro. Si había un coche con el que rebajar su tiempo, era ese. Y lo fue. El holandés bajó ¡8 segundos su registro! Parando el reloj en 6’48» minutos, no sin cierta polémica, ya que muchos medios alemanes tildaron tal hazaña de fraudulenta por realizarla con neumáticos de competición. Sin embargo, tanto Radical como el propio Vergers difundieron un vídeo en el confirmaban la legalidad de sus neumáticos, unos Dunlop Direzza DZ03G, al tiempo que agrandaban la hazaña al mostrar a ese Radical SR8LM llegando a Nürburgring por carretera? ¡pero desde el Reino Unido! «No creo que haya un coche capaz de batir a este Radical», afirmaba tras lograr dicho registro estratosférico; aunque cuando se le pregunta si lo volverá a intentar, es tajante: «Por supuesto, pero tendría que ser con un Radical, si no, lo veo complicado».

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