La nueva movilidad ha traído consigo un significativo cambio en el uso del transporte en las grandes ciudades. Y, por ello, cada vez es más habitual encontrarse a multitud de usuarios que se desplazan sobre patinetes eléctricos.
El mayor uso de estos vehículos de movilidad personal ha supuesto, lógicamente, el incremento de los accidentes relacionados con ellos (descubre aquí qué te puede pasar si atropellas a un patinete con tu coche) e incluso un incremento de los fallecidos en accidentes en poblado, pero hasta ahora, no se había estudiado con detalle cómo se producían los siniestros en estos vehículos y las posibles lesiones resultado de estos accidentes.

La entidad de certificación alemana Dekra, junto a científicos de la Universidad Gustave Eiffel de Marsella (Francia) y la École de Technologie Supérieure de Montreal (Canadá) han querido poner remedio a esta cuestión. Y para ello han desarrollado un estudio empírico, utilizando dummies, en el que analizaban en hasta 162 escenarios de choque (determinados por factores como la velocidad del patinete en el momento del impacto, el ángulo de choque, el peso del conductor…) del accidente más común con los patinetes eléctricos: el choque contra un bordillo o una acera.
Los resultados de este estudio, que puedes consultar aquí, señalan que la velocidad de conducción del patinete fue “el factor principal que explica la gravedad del impacto en la cabeza”. De hecho, el aumento de la velocidad de estos vehículos durante el impacto (de los 6,5 m/seg con los que se inició el estudio a los 10 m/seg supuso un aumento del 29% en la velocidad del impacto de la cabeza del conductor contra el suelo.
Patinetes eléctricos: si tienes un accidente típico, tendrás una lesión en la cabeza y, casi seguro, una conmoción cerebral
Y la cabeza es, de largo, el elemento más vulnerable de los usuarios de estos patinetes durante un accidente. Baste decir que, de las 162 simulaciones, la frente fue la zona del cuerpo del usuario que primero tocó el suelo; en el 44% del total de las simulaciones, seguida de la cara (en el 18% de las pruebas) y otras áreas de la cabeza; en un 15% de los impactos.

Y más allá de rasguños y posibles peligros de daños colaterales si el conductor usa gafas, el principal problema es que tal y como señala el estudio, que se predijo un “riesgo de lesión grave en la cabeza en el 88% de las caídas simuladas”.
Y ese riesgo de lesión supone que, “casi el 100% de las simulaciones [de los accidentes] identificaron un riesgo de conmoción cerebral”, leve o más grave. Según los datos recabados por este informe, “el riesgo de conmoción cerebral fue superior al 95% en más del 95% de los casos”. Al menos “y por lo general” los impactos en la cabeza generados por estos siniestros no suelen generar lesiones intercraneales: “menos del 3% de los conductores lesionados sufren una hemorragia intracraneal después de un accidente”, explica este estudio.
El enorme riesgo de sufrir lesiones graves en la cabeza en estos accidentes ponen en valor la función y la seguridad de los distintos modelos de casco. “Un casco de bicicleta común ofrece una protección eficaz para la cabeza en la gran mayoría de los casos examinados y podría prevenir o mitigar las lesiones», afirma uno de los responsables del estudio.
Y esta importancia del casco ha hecho que las tres instituciones implicadas hayan decidido seguir adelante con este estudio, de cara a analizar al detalle el efecto protector de los cascos utilizados en los patinetes eléctricos. Las conclusiones de este análisis serán presentadas en los próximos meses.
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