Con este nuevo tipo de asfalto, los conductores podrían saber si se aproximan a placas de hielo sólo con prestar atención al color del pavimento. Gracias a que ha sido tratado con óxido de titanio, el asfalto se vuelve rojo en cuanto cae la temperatura y se congela el agua. Así, toda la carretera luce ese color. Otra ventaja del asfalto presentado es su capacidad de limpiarse por sí solo: Las nanopartículas de óxido de titanio se caracterizan por degradar los vertidos de aceite, convirtiéndolos en dióxido de carbono y agua. Así, eliminan otro peligro resbaladizo de la calzada.
Su inventor, el profesor de Física Joaquim Carneiro, confirmó al periódico «La Voz de Galicia» que la primera prueba de este asfalto se realizará en un tramo de autopista próximo a la localidad portuguesa de Castelo Branco, comprobándose si la seguridad de la vía mejora. Se trata de una zona montañosa en la que el invierno es muy duro, y las placas de hielo -y los accidentes de tráfico– son habituales.
Esta tecnología, presentada en las jornadas del Centro Tecnológico Aimen de O Porriño (Pontevedra), ha despertado el interés de los gobiernos de Finlandia y Portugal. El siguiente proyecto de Carneiro son unas nanopartículas de carbono que avisarán de las grietas existentes en el asfalto, pudiendo ser detectadas y reparadas más pronto.