Bugatti

La resurrección del Bugatti Royale: un siglo después rueda con combustible ¡¡¡¡sintético!!!!!!!

El mítico Bugatti Type 41 "Coupé Napoléon", una joya de 1926, ha vuelto a rodar en Mulhouse gracias a un nuevo combustible sintético creado por Aramco a partir de hidrógeno y CO₂. Un experimento que mira hacia el futuro de la movilidad sin olvidar la herencia más gloriosa del automóvil.

Casi un siglo después de su nacimiento, el Bugatti Royale «Coupé Napoléon» —considerado por muchos como la «Mona Lisa del automóvil»— ha vuelto a rugir. Lo ha hecho con una mezcla que, en tiempos de Ettore Bugatti, habría parecido alquimia: un combustible sintético producido por Aramco a partir de hidrógeno y dióxido de carbono. El escenario no podía ser otro que el Museo Nacional del Automóvil de Mulhouse (Francia), donde este mastodonte de más de 6,4 metros de largo y 3,5 toneladas demostró que la historia y la innovación no solo pueden convivir, sino que pueden impulsarse mutuamente.

El Bugatti Royale no es un coche más. Es el coche. Estaban previstas 25 unidades pero finalmente solo se fabricaron seis unidades entre 1926 y 1933, y nació con la ambición de ser el automóvil más lujoso y exclusivo del mundo. Su motor de ocho cilindros en línea y 12,8 litros de cilindrada -el Napoleón montaba una mecánica de 14,7 litros-, derivado de un proyecto aeronáutico, entregaba 300 CV que, en su día, le permitían alcanzar los 200 km/h, una cifra inverosímil para un coche de tal tamaño. Era un vehículo pensado para monarcas y magnates, aunque ni siquiera la realeza se atrevió a comprarlo en plena crisis del 29. Incluso Bugatti había prometido una unidad al rey Alfonso XIII pero llegó la República en 1931.

Algunos ejemplares de Bugatti

Uno de esos ejemplares, el Coupé Napoléon, que Ettore Bugatti usaba personalmente -lo chocó en 1930 y hubo que reconstruirlo, y ha tenido encima diferentes carrocerías a lo largo de su historia-, ha sido el elegido para probar el nuevo carburante de Aramco. «Este coche consume 50 litros cada 100 kilómetros, pero hoy rueda con un combustible que no requiere ninguna modificación mecánica y que reduce drásticamente las emisiones», explicaba Guillaume Gasser, director del museo, ante un grupo de aficionados atónitos.

El combustible, aún en fase experimental, combina hidrógeno verde con CO₂ capturado, sin necesidad de aditivos ni adaptaciones en los motores térmicos. Pierre-Olivier Calendini, responsable del centro de investigación de Aramco en Francia, subraya que el objetivo inmediato es aplicarlo en la aviación, aunque también se realizan ensayos con fabricantes de automóviles para su uso futuro en carretera.

La escena tenía algo de cinematográfico: una máquina de casi cien años, cuya producción se canceló por su inviabilidad económica, marcando el paso hacia una nueva era de combustibles sostenibles. Bugatti, como marca, ha evolucionado desde entonces hacia hiperdeportivos que tienden a la electrificación bajo el paraguas del grupo Rimac, pero este guiño al pasado sugiere que la transición energética también puede rendir tributo al legado.

Además, el museo de Mulhouse guarda otra unidad Royale (el Park-Ward con chasis 41.131, mientras que el Napoleón lleva el chasis 41.110), ya prepara su restauración de cara al centenario del modelo. Será una oportunidad única para volver a ver en movimiento al que, sin discusión, sigue siendo el coche más majestuoso jamás construido en Europa. Esta vez, con la sostenibilidad como motor del futuro.

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