La adquisición de un coche suele ser la segunda mayor inversión que realiza una familia después de la vivienda. Por eso, es muy importante acertar con el coche que compramos, y más todavía con el motor. En Autofácil recibimos cada mes cientos de preguntas de lectores. Pero ahora hay dos que sobresalen: qué pasa con los diésel y si es mejor optar por un gasolina. Y todo porque lo que se ha transmitido desde el Gobierno es un erróneo mensaje que ha provocado que la mayoría de los usuarios piensen que van a acabar con los motores diésel de hoy para mañana, que se les va a subir los impuestos, que son los responsables de la contaminación o que se les prohibirá circular.
Pues bien, en este reportaje vamos a explicar que no es así, y que los actuales diésel no tienen nada que ver con los antiguos -que son los que de verdad resultan muy contaminantes-. Por eso sigue siendo una tecnología válida, si bien ahora habrá que echar mejor las cuentas para saber cuándo sale rentable.
El único impuesto que se va a subir al diésel por ahora es, precisamente, el especial sobre los hidrocarburos, con lo que se espera que el gasóleo se ponga al mismo precio que la gasolina. Por eso, para saber cuándo te saldrá rentable un diésel, tendrás que hacer lo siguiente:
1.600 euros x 100 (km) = 160.000. Después, 160.000/0,91 euros = 175.824 km |
Por tanto, con ese precio, tardarías 175.824 km en amortizar el coche. Si vas a tener el automóvil 5 años, tendrías que recorrer unos 35.000 km/año para que te saliese rentable. Eso sí, en la práctica deberás tener en cuenta dos cosas:
Son uno de los principales problemas de los diésel actuales, pues la fiabilidad de los filtros de partículas se ve comprometida cuando se realizan, de forma habitual, trayectos cortos urbanos en los que el motor -y, con ello, el sistema de escape- no alcanza una temperatura de funcionamiento ideal. Cuando hablamos de este tipo de trayectos nos referimos a recorridos en los que:
Si realizamos este tipo de recorridos de forma habitual, podemos terminar dañando el filtro de partículas -sustituirlo, 1.800 euros de media- o la válvula EGR -250 euros de media-.
Acertar con el motor depende mucho del tipo de vehículo. Por ejemplo, en un urbano es difícil amortizar el sobreprecio de un motor diésel frente a un gasolina, pues hay que recorrer muchos kilómetros para compensar esa diferencia en el precio del coche con el ahorro en consumo. Para que te hagas una idea, y siempre hablando de motores diésel y gasolina de última hornada, es probable que un urbano diésel sólo compense si se van a recorrer más de 30.000 km al año, pues es fácil lograr un consumo medio real de gasolina de unos 6-6,5 L/100 km... cuando con un diésel vas a rondar los 4,5-5 L/100 km.
En un compacto, las diferencias de precio son porcentualmente más bajas y las de consumo mayores -un gasolina puede estar en torno a los 7-7,5 L/100 km, mientras que en diésel podemos hablar de 5,5-6,0 L/100 km-, y puede rebajar la cifra hasta los 25.000 km. Sin embargo, en un SUV o monovolumen de más de 4,5 m, las diferencias de consumo pueden irse a más de 3 L/100 km reales a favor del diésel, y la de precio es menor; por eso, la cifra para amortizarlo puede bajar hasta los 15.000 km e, incluso, menos.
Que los motores de gasolina consumen cada vez menos es una realidad. Por poner un ejemplo, un motor de un compacto gasolina de unos 115 CV de hace 10 años rondaba los 8,0 L/100 km reales. Hoy, un compacto gasolina de esa potencia -e, incluso, un poco más-, es fácil que se mueva en torno a los 7 L/100 km, bajando incluso hasta los 6-6,5 L/100 km reales en condiciones muy favorables. Lograr estos consumos es bastante factible en urbanos y compactos. En modelos más grandes y pesados, los resultados no son tan buenos...
En el mercado ya existen algunos diésel con la etiqueta ECO, algo que les permitirá circular sin restricciones por las grandes ciudades en días de alta contaminación. Para ello, cuentan con una red eléctrica de 48 voltios que los convierte en microhíbridos, pues pueden desplazarse sólo con electricidad en determinadas condiciones. En la práctica, son muy pocas situaciones: por ejemplo, al iniciar la marcha con mucha suavidad, o cuando ayudan al propulsor una vez que ya está lanzado en carretera. Por ejemplo, Audi ya ofrece esta tecnología en el A6, A7 y A8.
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