
Las letras que llevan en su parte trasera los coches rápidos pueden hacer referencia a cualquier tipo de exótico lugar o tecnología. Mientras que RS o GT son bien conocidos, la elección de ‘N’ por parte de Hyundai podía parecer extraña al principio, aunque como ahora sabemos, la N representa las dos pistas de pruebas en las que el i30 pasó de ser un compacto cotidiano a uno de los coches deportivos más conseguidos y sorprendentes que hayamos probado.
La primera referencia se conoce poco fuera de Hyundai: Namyang, el centro global de I+D de Hyundai Motors, en Corea del Sur, es donde nació la idea de un Hyundai de altas prestaciones. Se trata de un enorme complejo, que cubre más de 3,3 millones de metros cuadrados, es decir, unas cinco veces el tamaño de Disneyland. Para los aficionados a los coches, además, sería todavía más divertido que un parque de atracciones.
Las instalaciones incluyen 34 tipos de carreteras diferentes para pruebas. La atención por el detalle es impresionante, ya que los ingenieros han recreado carreteras de todo el mundo en un único lugar. Y sí, hay muchas carreteras como las europeas en este rincón de Corea, que incluyen badenes y baches de una de las rutas de pruebas favoritas de los ingenieros en Reino Unido, replicados fielmente en Namyang. Quizá lo más interesante, no obstante, es el circuito de altas prestaciones, llamado Area C. Se usa casi exclusivamente para probar los modelos N, y ha dado nombre a la edición limitada Project C del i30 N.
El centro en su totalidad permite que las pruebas se lleven a cabo a escondidas de los fotógrafos espía, ya que la seguridad es más alta que en muchas bases militares. Tras las puertas cerradas de los edificios de Namyang, 13.000 ingenieros trabajan para afinar motores y aerodinámica, con el objetivo de garantizar que los futuros productos N estén un paso por encima de los modelos convencionales de la marca. Ya que el i30 N es el coche de calle más rápido que ha fabricado nunca Hyundai, y se presupone que se comportará de manera predecible incluso a fondo en una autobahn, se ha prestado especial atención a su estabilidad a altas velocidades. Meses de pruebas en el túnel de viento para asegurar que los spoilers y demás elementos que hacen musculoso al coche no sean sólo cosméticos.
Una vez exprimieron al i30 N en Namyang, se envió a Alemania para ser torturado en Nürburgring –el segundo significado de la N–. El circuito, de casi 21 kilómetros, no sólo ofrece la experiencia de trackday definitiva, sino que además es el lugar predilecto de los ingenieros para poner a prueba sus últimos modelos y tecnología. Lo más selecto de la industria del automóvil y de componentes utiliza este trazado la mayoría de días entre semana, rodando al máximo con ingenieros de chasis y equipos de medición a bordo. Es una pista en la que las pendientes, los peraltes, los cambios de superficie y las curvas engañosas, harán evidente rápidamente la mala puesta a punto de un coche. Tiene una diferencia de altitud de 300 metros entre los puntos más alto y bajo, con subidas con un 17% de desnivel en algunos sitios. Ningún otro circuito cuenta con semejante surtido de curvas rápidas y lentas, con casi cualquier combinación de pendiente. Si un coche funciona en las 73 tortuosas curvas del Nordschleife, entonces funcionará en cualquier carretera del mundo.
Cada Hyundai que se prueba aquí rueda en Nürburgring entre 420 y 480 vueltas, tanto en seco como en mojado, simulando más de 180.000 kilómetros de conducción en sólo cuatro semanas. Y en los días que el circuito no está disponible, los probadores los utilizan en las igual de exigentes carreteras que rodean la pista, para recopilar todavía más datos, y también se acercan a la autobahn más cercana para hacer pruebas a alta velocidad. A menos de un kilómetro del paddock del circuito está el centro de pruebas de Hyundai Motors, de 3.600 metros cuadrados. Este edificio de cristal y acero se abrió en 2013 y cuenta con cuatro plantas de talleres y oficinas. Funciona como una extensión del centro técnico de Hyundai Motor Europe en Frankfurt –Alemania–, y es el hogar de un equipo de conductores profesionales, muchos de ellos ex pilotos, que son responsables de todas las pruebas que se llevan a cabo en Nürburgring.
Y necesitan tener una gran experiencia, ya que su tarea es conducir al 90% o 95% de la velocidad que permite el coche mientras buscan comportamientos no deseados del chasis o del sistema de propulsión. Conducir al 90% en el Nordschleife, vuelta tras vuelta, es un trabajo duro, pero para hacer que sea un reto todavía mayor, hay ordenadores monitorizando la información de su conducción, registrando los movimientos del volante y de la suspensión. Todos estos datos grabados durante las pruebas se analizan y se mandan directamente a Namyang, donde se pueden realizar cambios para mejorar la calidad o las características de un coche.
Este proceso fue clave para el desarrollo del i30 N, y seguirá siendo la prueba de fuego para todos los futuros productos N. El objetivo no es buscar el mejor tiempo de vuelta. Albert Biermann y su equipo están más interesados en asegurar que el i30 N sea rápido y gratificante en carretera y, al mismo tiempo, sea más que capaz de enfrentarse a un trackday.
El i30 N puede que se quede a la zaga del tiempo de un rival más extremo con un piloto profesional al volante, pero hay mucho trabajo detrás que explica por qué lo tenemos en tan alta estima como un veloz coche para la calle. Gracias a la destreza de los ingenieros que trabajan a 10.000 kilómetros de distancia, en Namyang y Nürburg, la letra N ahora representa una medalla al mérito para los aficionados de los coches deportivos.
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