Desde Jaguar Land Rover se pide una transición lógica hacia la electrificación

La movilidad eléctrica es el futuro, pero para llegar a ella debemos ser cautos y trabajar conjuntamente las administraciones públicas y el sector automotriz, solo así se conseguirá el tan ansiado futuro eficiente.


La transición que estamos viviendo puede llegar a ser ilusionante para muchos, pues jamás en la historia del automovilismo se ha vivido un cambio de tales magnitudes. Tendríamos que remontarnos a finales del siglo XIX y principios del XX para encontrar algo parecido, donde los vehículos a motor comenzaban a sustituir paulatinamente a los coches de caballos.

En estos momentos estamos viviendo algo parecido (salvando las distancias) a lo que se vivió hace más de un siglo. Todo este tiempo hemos convivido y creado una industria paralela al automóvil con mecánica de combustión, por lo que en esta transición hacia un futuro con motorizaciones eléctricas más sostenibles con el medioambiente, es lógico que esto se nos haga cuesta arriba en muchos ámbitos

Uno de ellos sin duda es el abastecimiento de coches eléctricos. El propio Luís Antonio Ruíz, Presidente y Consejero Delegado de Jaguar Land Rover Iberia, ha lanzado una petición a las administraciones públicas, como es el hecho de la subida de impuestos a determinadas motorizaciones: «los impuestos pueden subir y, como fabricantes, pedimos que se consensúe con nosotros como hacerlo y podamos acordar algo que no dañe al mercado».

La petición de Luís Antonio Ruíz no sólo está dirigida a que exista una mayor consideración al sector dentro de las decisiones tomadas por la administración pública, sino también que existan puentes de diálogo con los que no decretar «a lo loco», como sería el caso de una nueva regulación impositiva por tramos a vehículos de nueva matriculación, y del cual únicamente quedarían exentos los eléctricos.

El fomento de las ventas de coches nuevos, así como sacar del mercado los vehículos antiguos, son algunas de las propuestas de Ruíz. El futuro es convencidamente eléctrico, pero para llegar hasta él, será necesario crear un escenario apropiado para usuarios y fabricantes. La fase de transición pasa por poner en las calles coches, tanto diésel, gasolina o híbridos con una eficiencia incomparable con los vehículos precedentes.

También se incidió en que el mayor inhibidor para las ventas de vehículos eléctricos actualmente no es otro que la falta de infraestructura de recarga, y no tanto el precio como muchos acusan. En estos momentos, en España no llegamos ni a 5 mil puestos de recarga pública para vehículos eléctricos, cuando deberíamos de tener al menos 85.000.

Llegará un momento en el que la recarga de un vehículo eléctrico sea tan sencillo como repostar uno con mecánica tradicional. Pero hasta entonces, deben unir las manos tanto industria automovilística como administraciones públicas para poner al servicio del cliente una red eléctrica adecuada para saldar la enorme demanda que esto implica.

 

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