La batería es el componente más costoso de un coche eléctrico, con un precio que supera con creces los 10.000 euros. Obviamente, invertir en un bien que incorpora un componente tan costoso puede resultar delicado… y sería tranquilizador saber que, si experimenta algún fallo, puede remediarse sustituyendo sólo los componentes dañados
Tipos de daño o averías en baterías
Las baterías pueden sufrir dos tipos de averías. La denominada degradación consiste en una reducción paulatina de la capacidad máxima de la batería, que se traduce en una reducción de la autonomía máxima. Es un proceso lento y prolongado que se traduce en que la capacidad de la batería va a ir descendiendo con los años, de forma muy paulatina (casi todos los fabricantes garantizan un 70% tras 8 años de vida o 160.000 kilómetros).
La degradación no se puede arreglar sustituyendo ningún componente, porque es un proceso que afecta por igual a todas las celdas de la batería… y cambiar las celdas, que son el componente fundamental de la batería, costaría mas que una batería nueva.
Las averías puntuales y repentinas sí que pueden repararse mediante una sustitución. Igual que ocurre con un motor, una batería cuenta dentro con muchos componentes y, aunque todos son muy fiables (como corresponde a elementos robustos que carecen de piezas móviles), pueden fallar… y fallan con cierta frecuencia. Por ejemplo, puede fallar una de las celdas de la batería, que puede tener una fuga de líquido. También puede haber un fallo en el cableado, en el sistema que controla batería (el BMS o Battery Management System), los contactos que conectan y desconectan la batería o la refrigeración.
El problema con las sustituciones

Todas las averías anteriores son reparables mediante el desmontaje y apertura de la batería y la sustitución de los componentes dañados. Sin embargo, y de momento, los fabricantes no son muy favorables a esta opción. De esta forma, cuando se avería una batería, la solución del fabricante suele ser la sustitución completa, ya esté o no en garantía.
Los fabricantes tienen varios motivos para proceder de esta manera… aunque el principal es la falta de madurez del sistema de postventa de los primeros modelos de vehículos eléctricos.
Para sustituir una parte de una batería se requiere formación especializada de los concesionarios, de manera que sean capaces de diagnosticar y reparar la batería, haciéndolo con seguridad tanto para los trabajadores (al fin y al cabo, es un dispositivo de alta tensión) como para los usuarios y la marca (una batería mal reparada podría incendiarse, y eso sería muy malo para el cliente y catastrófico para la reputación del fabricante).
Los fabricantes también ponen trabas a la hora de permitir que terceras personas realicen estas reparaciones, por ejemplo, no vendiendo los módulos o celdas de manera independiente… o haciéndolo a precios abusivos. Para la práctica totalidad de fabricantes, la batería es un único componente, y la única posibilidad que existe es su sustitución completa.
En la actualidad, lo que está comenzando a ocurrir es que fabricantes como Tesla empiezan a emplear baterías ‘refabricadas’ o ‘reacondicionadas’. Es decir, baterías dañadas que han sido enviadas al fabricante, que ha sustituido todos los componentes defectuosos bajo su control y supervisión.
Quién sí hace sustituciones
Lo que no puede evitar el fabricante es que, si tu batería se falla o se daña, acudas a un profesional independiente que repare la batería sustituyendo los componentes dañados. Un buen ejemplo sería un mecánico como Jorge, de 80% Eléctrico, un buen amigo de Autofácil y uno de los pocos ‘maestros’ de la sustitución de componentes de baterías que conocemos.
Actualmente, y para hacer su trabajo, profesionales como Jorge tienen que recurrir a la ‘canibalización’, entendiendo por esto la compra de baterías en el mercado de segunda mano, su desmontaje y el aprovechamiento de sus componentes.
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