Cada vez hay menos todoterrenos puros en el mercado, así que hemos decidido plantearnos si un SUV familiar como el Seat Tarraco es capaz de responder a las necesidades de quienes necesiten usar su vehículo fuera del asfalto.
Para responder a esta pregunta, lo primero que hemos hecho es cambiar los neumáticos por unos más especializados; concretamente unos Michelin Latitude Cross en medida 235/55-18 100H. Se trata de cubiertas de tipo AT (all terrain), pensadas para adoptar un compromiso entre unas ruedas de asfalto, como las de serie, y unas ruedas extremas para uso en campo.
En ciudad encontramos un vehículo que mide lo justo y necesario para no darnos problemas. Sus 4,73 metros de longitud y 1,84 metros de anchura marcan el límite de lo que puede considerarse como manejable en estos entornos. A cambio obtenemos un interior de cinco plazas con un maletero de 760 litros o un habitáculo con tres filas de asientos y 60 litros menos de maletero.
En carreteras con curvas cerradas es un vehículo noble con el que se puede practicar una conducción dinámica, si bien su larga batalla de 2,79 metros y una masa que supera los 1.800 kilos en orden de marcha acaban imponiendo un ritmo más tranquilo del que adoptaríamos, por ejemplo, en un Seat Ateca.
A medida que el trazado se vuelve menos sinuoso, el Tarraco comienza a encontrarse en su salsa. El Control Dinámico de Chasis con amortiguadores de dureza variable permite disponer de unas suspensiones suficientemente confortables que a la vez garantizan apoyos en curva francos, sin los rebotes típicos de las suspensiones de largo recorrido de los verdaderos todoterrenos, sin cabeceos en las frenadas y sin encabritamientos en las aceleraciones.
Las aceleraciones, sin ser fulgurantes, sí aportan un buen dinamismo al Tarraco. En nuestro caso conducimos el diésel más potente, con un motor de dos litros y 190 CV acoplado a un cambio automático de dos embragues y siete velocidades que en todas las versiones de este coche va asociado al sistema de tracción total 4Drive.
En condiciones normales, las ruedas delanteras reciben casi todo el par motor disponible, mientras que el tren trasero está prácticamente desacoplado. Solamente cuando se acelera a fondo o cuando alguna rueda pierde tracción, se cierra automáticamente el embrague que acopla el tren trasero, dejando que las ruedas de este eje reciban hasta el 50 % del par disponible.
Así es la tracción 4Drive del Seat Tarraco
¿Qué vas a notar si lo comparas con un Tarraco de tracción delantera? En asfalto seco, haciendo una conducción normal, prácticamente no vas a percibir ninguna diferencia. Solo si aceleras fuertemente en una cuesta o sobre asfalto sucio, con el volante girado… en esas ocasiones en las que las ruedas tienden a patinar y actúa sutilmente el control de tracción percibirás que en la versión 4Drive las ruedas no patinan.
Por supuesto, si hay lluvia o nieve sí que te darás cuenta de que el coche avanza con mayor facilidad. Sí hay que tener en cuenta que la tracción total siempre te va a dar más motricidad, pero nunca más adherencia, por lo que sobre nieve o hielo, es crucial que lleves unos neumáticos adecuados para rodar, dirigir el vehículo y, sobre todo, frenarlo, en esas superficies.
En campo, la cosa cambia. Cuando circulas por una pista de tierra, la tracción total siempre es una buena aliada. Sin ella, un golpe de gas en una curva se traducirá en un acusado subviraje y en la entrada brusca del control de tracción o, incluso, el de estabilidad. Con ella, no solamente podrás rodar más rápido, sino, más importante, con mayor fluidez. Y a medida que el camino empeora, la tracción total se hace más y más necesaria.
Seat Tarraco 4Drive, disponible desde 36.240 euros
Así que, por si te planteas el Tarraco en tu decisión de compra, vamos a darte algunos datos comerciales. La gama cuenta con dos acabados: Style y Excellence. Hay motores diésel y de gasolina, con 150 y 190 CV para ambos combustibles. Todos, salvo el de gasolina menos potente, están disponibles con tracción total. Así que si asociamos el acabado Style con el diésel de 150 CV y la tracción total, podemos adquirir un Tarraco 4Drive desde 36.240 euros, mientras que una unidad con el diésel más potente y el acabado Excellence nos costará 41.020 euros.
Desde nuestro punto de vista, el acabado Style ofrece casi todo lo necesario, y lo único que echaremos en falta respecto al Excellence son los asientos Sport/Confort, la cámara trasera y las lunas oscuras. Bueno, también echaremos de menos la posibilidad de asociar este acabado a los motores más potentes, que solamente están disponibles con el acabado más alto. Ah, y hay otro motivo que puede hacer que nos inclinemos por el acabado Excellence, y es que con él podremos montar, en opción, los amortiguadores adaptativos.
Si el presupuesto no te da, siempre puedes recurrir al Ateca, el hermano menor de este Tarraco, del cual puedes encontrar variantes 4Drive desde 33.450 euros, o decantarte por un Tarraco sin tracción total, disponible desde 29.730 euros. Ahora bien, como ya hemos comentado al principio del vídeo, la diferencia entre lo que se puede hacer fuera del asfalto con un 4×2 y con un 4×4 es tal que entendemos que renunciar a la tracción total supone perderse todo el espíritu aventurero que ya has visto que es capaz de ofrecer el Tarraco.