Citroën BX: la historia detrás de una innovadora berlina que descendió de la Torre Eiffel

Presentado en 1982, el Citroën BX resultó un éxito comercial para la firma francesa por su innovador lenguaje de diseño, su completa oferta mecánica y una vanguardista suspensión hidroneumática que concedía a sus pasajeros un confort de marcha nunca antes visto.
El Citroën BX fue uno de esos vehículos que marcó a toda una generación. Su presentación fue de lo más curiosa. La firma de los chevrones asoció su nombre a uno de los monumentos más reconocidos del panorama francés, la Torre Eiffel. De esta manera, el 16 de septiembre de 1982, una caja de madera suspendida del primer piso de la Torre iniciaba un lento descenso mientras lucía un mensaje que decía: »Aquí está el nuevo Citroën’‘. Unos días después, la caja tocaba suelo rodeada por numerosos medios de prensa especializada.
El Citroën BX fue el primero de una nueva generación de berlinas de la marca. La primera novedad era el propio proyecto del modelo ya que el diseño era fruto de la colaboración del centro de estilo de Citroën en Vélizy con el famoso carrocero italiano Nuccio Bertone que venía de trabajar con firmas como Alfa Romeo, Lamborghini o Ferrari.
Para el diseño exterior Citroën propuso una táctica muy habitual en muchas marcas por aquel entonces, especialmente en Peugeot y Citroën: poner en competición el centro de diseño interno de la marca y un centro de diseño exterior. El proyecto de Bertone resultó vencedor con una pieza que recordaba, en el frontal, las líneas del GS Camargue mientras que la arquitectura general se inspiraba en otro proyecto del diseñador, el prototipo Tundra, un coupé pensado para Volvo.
Por aquél entonces, la gama Citroën estaba repleta de berlinas de líneas suaves y redondeadas como el GS o el CX. Frente a esto, el BX obedecía a un planteamiento muy diferenciado que giraba en torno a un diseño en forma de cuña, conocido como wedge design. Las formas redondas de los salpicaderos dejan paso a líneas tensas y rectangulares.
En relación al apartado mecánico, el Citroën BX se presentó con tres mecánicas de gasolina, dos de 1.3 litros con dos potencias de 62 y 72 CV y una variante más prestacional de 1.5 litros que rendía 90 CV de potencia. El diésel, tipo XUD, de 1.9 litros y 90 CV y el gasolina 1.9 de 90 CV llegaron unos años después para completar la gama. Además, Citroën también lanzó una variante con carrocería familiar denominada Break en 1985, también en versiones gasolina y diésel.
Con el BX Digit de 1985, Citroën inauguró el primer panel y pantalla digital. De hecho, el BX Digit fue el primer modelo en el mundo que ofreció mandos y señalización digital y pantallas en la consola central, junto con su instrumentación digital con pantalla. En materia de tecnología, el modelo recibía una dotación novedosa con cuatro puertas con elevalunas eléctricos, cierre centralizado y reglajes eléctricos de los retrovisores exteriores.
El éxito comercial del BX llevó a la marca francesa a presentar incluso una versión deportiva, el BX 19 GTi 16V, que con sus 160 CV de potencia alcanzaba los 220 km/h. Como curiosidad en 1988, en España, el Cuerpo Nacional de Policía eligió al Citroën BX como vehículo patrulla.
Sin contar las versiones comerciales derivadas, a lo largo de sus once años de vida comercial —entre 1982 y 1993— se matricularon 2.135.000 unidades. Del total, 225.325 salieron de la factoría de Vigo. El relevo natural de la berlina media fue el Citroën Xantia que llegó en el año 1993.