A mediados del siglo XVII, Blaise Pascal escribió: "El corazón tiene razones que la razón no entiende". Probablemente nadie ha expresado con mayor precisión y con mayor belleza el dilema que enfrenta lo que sentimos con lo que pensamos; el dilema del Cupra Ateca.
Salvando las distancias, Cupra es a Seat lo que AMG a Mercedes o M a BMW. Lo que comenzó siendo un apellido para las versiones de mayores prestaciones de los modelos de Martorell es hoy una marca con entidad propia cuyo primer producto es, precisamente, un todocamino, una versión potenciada del Seat Ateca que, sencillamente, nos ha enamorado. Y es que estamos hablando no solamente de un puñado de caballos extra (un buen puñado, todo sea dicho), sino de una clara mejora de toda la cadena cinemática.
Ya nos gustaba bastante el comportamiento del Seat Ateca, pero este Cupra da un importante paso adelante con una configuración que le aporta mucho dinamismo sin restarle apenas confort y manteniendo, además, unas razonables capacidades fuera del asfalto.
La receta es sencilla. Se escoge el motor transversal más "molón" del banco de órganos del Grupo Volkswagen, se le acopla una caja automática de doble embrague y siete velocidades convenientemente reforzada y ajustada, se montan muelles más firmes con amortiguadores de dureza variable, frenos gordos, tracción total... y poco más. Ahora bien, cantar la receta es fácil, pero ejecutarla como un buen chef no es tan sencillo, y de hecho hay abundantes ejemplos de lo que pudo ser y no fue en la historia del automóvil. Sin ir más lejos, el primer Cupra, el Ibiza Cupra de 1996, no era una hermanita de la Caridad. Recuerdo que nada más sacarlo de Seat, me mostró los dientes en forma de una rápida espantada del tren trasero en la primera curva en la que se me ocurrió levantar el pie del gas en pleno apoyo, algo que, con exactamente el doble de caballos y media tonelada más, no te ocurrirá con este Cupra Ateca.
Esto no significa que el Cupra Ateca no sea un coche ágil; al contrario, es sorprendentemente reactivo a las órdenes dadas tanto sobre el volante como sobre el gas, pero su comportamiento es tan noble que podemos variar la trayectoria del vehiculo con precisión jugando con las inercias, algo que no siempre es sencillo o agradable, y menos aún en un SUV.
Y es que, precisamente, el comportamiento es, de lejos, lo mejor de este Ateca. Resulta realmente difícil ponerle pegas al bastidor, una de las mejores "interpretaciones" que hemos probado de la plataforma modular que comparten todos los Volkswagen de motor transversal.
El motor de dos litros y 300 CV empuja con muchas ganas, el turbo tiene una latencia bastante baja para la potencia que entrega en relación a la cilindrada, y resulta sencillo sacarle el máximo partido. El único pero de todo el conjunto se encuentra en el momento en el que queremos poner inmediatamente en el suelo los 400 Nm que desarrolla el propulsor entre 2.000 y 5.200 vueltas, ya que el embrague multidisco que acopla la primera velocidad, a pesar de estar convenientemente reforzado, actúa de manera algo conservadora en el preciso momento en que pisamos a fondo el pedal del gas desde parado, incluso aunque activemos el "modo Cupra" en el selector de perfiles de conducción. Superada la resistencia al inicio del movimiento, no hay más pegas.
El sonido del motor resulta delicioso, nada estruendoso, con un timbre entre metálico (de la propia mecánica) y ronco (del escape) muy logrado y pequeños "petardeos" en las retenciones.
Los cambios se suceden con rapidez, y la lógica del modo automático nos ha gustado especialmente. En el uso manual hay una mínima latencia entre el momento en el que damos el golpe a la leva y el instante en el que la orden se hace efectiva. En cualquier caso, su eficacia es superior a la que lograría cualquier usuario sin poner en riesgo la mecánica.
No obstante, no serás capaz de mantenerte muchos segundos seguidos con el pie en la tabla; la capacidad para acelerar es realmente alta, y sorprende aún más cuanto más deprisa circulamos.
Como buen velocista, el Cupra Ateca necesita unos frenos a la altura, y el equipo opcional firmado por Brembo, con pinzas delanteras fijas de cuatro pistones, lo está. Más que la capacidad para detener el coche, nos encanta su mordiente, la precisión que nos ofrece un pedal bastante duro pero extremadamente preciso.
Y otro aspecto dinámico que nos ha sorprendido muy positivamente es la versatilidad de la suspensión. Ya es relativamente habitual encontrar amortiguadores magneto-reológicos con diferentes leyes de dureza, pero en general suelen plantear el inconveniente de no llevarse bien con los muelles en todos los escenarios. El problema es que la resistencia de los muelles es constante (ya sea su curva de respuesta más lineal o más logarítmica), por lo que estos ejercen siempre la misma fuerza de extensión cuando se aplica una fuerza de compresión y viceversa, y es difícil que si el amortiguador es más laxo en la posición de confort y más enérgico en la deportiva, realice su trabajo (minimizar ese desequilibrio de fuerzas o, lo que es lo mismo: devolver la carrocería a su posición inicial y mantener la rueda en contacto con el suelo) con eficacia en todas las circunstancias.
Pero lo cierto es que este Ateca lo logra, e incluso se comporta razonablemente bien fuera del asfalto, donde el límite lo marcan la altura libre al suelo y tanto el tipo como las dimensiones de los neumáticos, orientados a un uso 100 % asfáltico. Con cabeza, no obstante, podemos circular por pistas y hasta divertirnos en los caminos que se encuentren en buen estado y no tengan piedras o raíces de árboles superficiales.
Quizá lo único que no tiene realmente sentido del Cupra Ateca es su precio, 6.000 euros superior al del Seat Ateca TSI de 190 CV, una minucia solamente para quienes realmente entiendan las razones del corazón.
Desarrollo mínimo: 7,6 km/h. El grupo final bastante corto redunda en una primera espacialmente corta para tratarse de un cambio automático.
A pesar de estar planteado para lograr un gran rendimiento en asfalto, el primer modelo de Cupra sirve también para moverse por pistas en buen estado.
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