La tecnología que emplea Mazda en estos nuevos propulsores, que ya se encuentran en una avanzada fase de desarrollo, se denomina HCCI -Homogeneous Charge Compression Ignition-, y permite a dichos motores realizar un encendido -o ignición- a través de la presión, lo cual significa que las bujías se vuelven prescindibles. Esto implica que la relación de compresión de estas mecánicas de gasolina alcance valores cercanos a 18:1; no obstante, Mazda tiene experiencia en este campo ya que algunos de sus propulsores de gasolina que se encuentran actualmente a la venta tienen una relación de compresión muy alta.
Así las cosas, la nueva familia de motores de Mazda será más eficiente y podría dar la razón a la compañía nipona, que siempre ha sido una firme defensora de los motores de combustión interna -de hecho, su oferta se compone de modelos gasolina y diésel, mientras que el lanzamiento de su primer híbrido enchufable no se espera hasta el año 2021-.
Esta tecnología ya tiene precedentes en la industria y otras marcas han intentado llevarla a cabo; sin embargo, su complejidad mecánica y los costes asociados a su desarrollo e implantación han acabado ´espantando´ a más de un fabricante. Algo parecido ha ocurrido con los motores de compresión variable hasta que Infiniti presentó el propulsor VC-T en el Salón de París.