Primera prueba del Mercedes GLA 2020: nada que ver con su antecesor

El SUV estrella de Mercedes ya está a la venta con una estética totalmente renovada y una amplia gama de motores. Ya lo hemos probado y te contamos cómo va.
Con el primer GLA, Mercedes fue claramente a contracorriente de lo que imponía el mercado. En 2014 los SUV compactos eran modelo con una estética que intentaba imitar a la de los todoterreno, con carrocerías altas, y apenas seis años después la tendencia ha cambiado por completo y ahora está orientada a hacer carrocerías más similares a la de un compacto tradicional; como ejemplo, tenemos modelos como el Kia XCeed o el BMW X2. Justo lo que ofrecía el Mercedes GLA original, que en su segunda generación ha visto aumentada su altura nada menos que 10 centímetros.
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Este hecho viene acompañado de otro dato igual de peculiar, ya que la longitud se ha reducido 1,4 centímetros, hasta quedarse en 4,41 metros; sin embargo la distancia entre ejes es mayor (de 2,69 a 2,72 metros).
Mercedes-Benz GLA: ahora más amplio
Todo lo dicho anteriormente tiene una explicación muy sencilla: espacio interior. El primer GLA estaba claramente por detrás en habitabilidad respecto a sus principales rivales (Audi Q3 y BMW X1), especialmente en las plazas traseras. Ahora tiene 11,6 centímetros más de espacio para las piernas y poco más de 4 cm en la cota de anchura, mientras que la altura libre al techo se mantiene prácticamente inalterada, ya que los asientos están situados más altos, nada menos que 14 centímetros. Esto permite que tanto la entrada como la salida sean más cómodas, especialmente para personas con la movilidad reducida, y que hay que hacer menos esfuerzo para colocar unas sillas infantiles. El maletero también ha crecido, aunque en menor medida: ha pasado de 421 litros a 435 litros, aunque en las versiones diésel se reduce a 425 litros por la presencia del depósito de AdBlue.
El diseño también ha cambiado por completo… aunque no es nuevo, ya que el salpicadero es prácticamente idéntico al empleando en los Clase A o Clase B, modelos que también emplean la misma plataforma. De este modo, puede contar con dos pantallas de 10,25″ (las de serie son de 7″) para la instrumentación y el sistema multimedia, que puede incluir el sistema de inteligencia artificial MBUX cuyo funcionamiento es ejemplar. Por otra parte, la calidad también ha mejorado, aunque sigue estando por detrás de un Audi Q3 y, en menor medida, que un BMW X1.
Mercedes-Benz GLA: una gama en la que hay de todo
La oferta de motores del GLA comprende versiones diésel, de gasolina y un híbrido enchufable; no hay ni habrá un eléctrico, no al menos con esta denominación, aunque ese puesto estará cubierto por el EQA. La versión más ecológica, el GLA 250e híbrido enchufable, comparte el sistema de propulsión con el Clase A que ya hemos probado y da un magnífico resultado, con más de 60 km de autonomía eléctrica en condiciones reales de conducción. El GLA no llegará a estos guarismos, aunque si se mantiene en torno a los 60 km seguirá siendo una cifra excelente.
La oferta en gasolina comienza son el GLA 180 de 136 CV, seguido por el GLA 200 (163 CV) y GLA 250 (224 CV), unido en exclusiva a la tracción total 4Matic. Esta también está presente en las dos versiones AMG, el GLA 35 con 306 CV y el poderoso GLA 45 S, con nada menos que 421 CV extraídos de un bloque 2.0 de cuatro cilindros.
En diésel hay dos únicas opciones, el 200 d con 150 CV (y posibilidad de escoger tracción total 4Motion) y el 220 d 4M, con 190 CV. En ambos casos, la caja de cambios es automática de doble embrague y ocho relaciones (8G-DCT).
Mercedes-Benz GLA: así va
De momento hemos tenido una breve toma de contacto con el GLA 200, que emplea un motor de gasolina 1.3 con 163 CV y transmisión automática 7G-DCT. Se trata de un motor agradable en líneas generales, aunque algo ruidoso al superar las 5.000 rpm. Las prestaciones están acordes a su potencia y, por tanto, son más que suficientes para adelantar con soltura en carreteras de doble sentido. En lo que respecta al comportamiento, el nuevo GLA se siente menos ligero que su antecesor, aunque la diferencia no es grande y, en gran parte, la diferencia se debe a la postura de conducción más elevada.