Así presiona el sector del automóvil contra la guerra en Ucrania

La respuesta del sector del automóvil y su presión unánime contra la guerra en Ucrania ha sido casi tan rápida como la emprendida por los Gobiernos de la Unión Europea. La lucha de las marcas de coches contra la invasión va desde el cese temporal de sus operaciones en Rusia hasta el parón en las plantas rusas y el apoyo económico directo al Gobierno de Volodímir Zelensky, presidente de Ucrania, con material humanitario para los ya 1,5 millones de refugiados ucranianos.
Como está sucediendo con las sanciones económicas y el apagón cultural y deportivo, el boicot a Rusia del mundo del automóvil tiene un fin principal: hacer que la población rusa se oponga a la guerra en busca de su final lo más rápido posible. Si el 50 % de los rusos apoyaban a Putin al comienzo de la invasión, según publicaba el The New York Times este fin de semana, muchos todavía ni siquiera creen que lo de Ucrania sea una guerra.
Sin embargo, son ya muchas las compañías internacionales que han suspendido operaciones en el país. Entre los fabricantes de coches que ya han dejado de vender en Rusia están Volkswagen, BMW, Jaguar Land Rover, General Motors o Volvo Cars.
Si bien, en la mayoría de los casos las ventas de las marcas europeas en ese mercado de 1,6 millones de vehículos anuales son más bien limitadas, mayor es el efecto de que cesen sus importaciones y, sobre todo, ya se haya parado la actividad en casi todas las plantas de coches de marcas extranjeras en Rusia.
Toyota (que produce 80.000 vehículos al año en Rusia) ha suspendido allí sus operaciones y ha ordenado a todos sus empleados japoneses que abandonen el país. Lo mismo ha sucedido en las plantas de VW, BMW o Mercedes. Honda también ha cesado de fabricar en sus plantas rusas y tampoco están importando vehículos a ese mercado.

La industria del automóvil necesita que termine la guerra en Ucrania o la crisis de los semiconductores podría agravarse todavía más. El país genera el 70 % de la producción de Neón, un gas fundamental para la tecnología láser con la que se fabrican los semiconductores que hay en los chips.
Volkswagen, BMW y Porsche tuvieron que parar la fabricación de varios modelos ya la primera semana de la guerra en Ucrania a consecuencia de quedarse sin el cableado que el proveedor Leoni les enviaba desde el país invadido por Rusia. Pero el efecto de la contienda ya ha llegado a España: el presidente de Seat, Wayne Griffiths, ya prevé que en Martorell tengan que “parar la producción o reducir turnos”.
De ahí que no extrañe que el automóvil haya pasado a prestar apoyo financiero directo a Ucrania. Si Stellantis ha anunciado la donación de un millón de euros, Porsche ha donado esa misma cantidad a través de varias de fundaciones.
El difícil papel de Renault y Mercedes por la guerra en Ucrania

Por su parte, tanto Mercedes como Renault tienen un papel mucho más complejo en esta contienda. Y es que ambos grupos, además de fábricas en Rusia, tienen participaciones importantes en marcas locales.
Renault no sólo posee el control de AvtoVaz (productor del mítico Lada Niva), sino que el 12 % de sus beneficios y el 30 % del valor de todo el grupo provienen directamente del mercado ruso. Renault-Nissan-AvtoVaz vendieron 500.000 turismos en Rusia en 2020; tienen conjuntamente casi un tercio del mercado local.
Por su parte, en 2010, el Grupo Mercedes (antes Daimler) entró en el accionariado Kamaz. Entonces, los alemanes impulsaron la industrialización del fabricante ruso de camiones que también se llevó a cabo con el impulso del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo. Los camiones Kamaz son uno de los elementos clave de la logística del ejército ruso y ahora los alemanes (que, en 2019, inauguraron una planta nueva de coches en Esipovo, Rusia, con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, como invitado de honor) tratan de vender su participación del 15 % en Kamaz.
Boicot del motorsport y la cultura del automóvil a Rusia

El boicot a Rusia por la invasión de Ucrania no es sólo político y militar, también es cultural y deportivo. Así, por ejemplo la Fórmula 1 anunció el 3 de marzo que rompía el contrato con los patrocinadores del GP de Rusia, que se celebraba cada año en Sochi.
La FIA ha secundado la medida al anunciar que el WTCR tampoco se disputará este año en el país de Putin a la vez que emitió un comunicado de condena a la invasión en el que ha pedido la adhesión firmada de todos los pilotos, también los rusos.
Al mismo tiempo, se ha cancelado cualquier competición de motor amparada por la FIA en Rusia y Bielorrusia y tanto pilotos como comisarios de esa procedencia sólo podrán participar en eventos de motor sin llevar ningún distintivo ni hacer referencia a sus países.
Pero el boicot del automóvil a Rusia también llega a lo cultural y gastronómico. Este lunes, la Guía Michelin ha anunciado que suspendía todas las recomendaciones de establecimientos hosteleros en Rusia. El más importante ranking de restaurantes tampoco va promocionar Moscú como destino, por lo que la selección de Moscú y los proyectos de desarrollo de la Guía Michelin en Rusia quedan congelados por el momento.