Mitsubishi L200 2020: primera prueba

Desaparecido el Mitsubishi Montero, el nuevo Mitsubishi L200 tiene la función de satisfacer tanto a los clientes habituales de pick ups como a los usuarios de todoterrenos puros.
Mitsubishi acaba de empezar a comercializar en España la sexta generación de su pick up L200, y nos hemos desplazado hasta Málaga para probarlo por primera vez en la presentación europea del modelo. Hablar de «generaciones» en el caso de los vehículos industriales es siempre complicado. Sus ciclos vitales son más largos que los de los turismos, y los chasis, que es en esencia lo que define a un nuevo modelo, son frecuentemente evoluciones de los desarrollos ya existentes más que nuevas creaciones.
En el caso del Mitsubishi L200, su anterior remodelación se produjo en 2015, y ahora le ha llegado el turno a una nueva gama en la que hay cambios sustanciales en motor, transmisión, suspensiones, interiores, equipamientos de seguridad, confort, estética y en la configuración de la gama.
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Dynamic Shield en el nuevo Mitsubishi L200
Comenzando por la carrocería, el nuevo Mitsubishi L200 adopta las líneas de diseño frontal bautizadas como Dynamic Shield e introducidas por Tsunehiro Kunimoto, jefe de diseño global de Mitsubishi, en el restyling experimentado por el Mitsubishi Outlander en 2016.
La línea de faros y parrilla queda ahora cuatro centímetros más alta, por lo que obviamente también se rediseñan el capó y las aletas. Estas presentan un aspecto claramente más musculoso, mientras que los retrovisores adoptan una forma más aerodinámica sin reducir su superficie. Para que la caja de carga quede más integrada en la línea del vehículo, una larga nervadura sobre las aletas traseras tiene continuidad en las puertas.
No somos partidarios de hacer valoraciones estéticas, pero sí nos ha gustado la integración de los hard tops que Mitsubishi ofrecerá como accesorio, ya que no solamente muestran un buen aspecto, sino que están impecablemente acabados y ofrecen una apertura cómoda y segura, con una doble cerradura que ancla la portezuela superior a los dos laterales de la caja mediante dos herrajes muy sólidos.
Las versiones M-Pro del Mitsubishi L200
También nos parece un acierto el planteamiento de las versiones M-Pro (destinadas fundamentalmente a flotas y a usuarios profesionales), con bloqueo del diferencial trasero de serie, llantas de aleación, posibilidad de equipar cambio automático y dos opciones de carrocería: cabina ampliada y doble. Esta configuración resulta ideal también para el usuario de todoterreno que realmente quiera hacer un uso extremo del vehículo y que valorará especialmente la posibilidad de contar con el bloqueo trasero sin tener que pagar por extras como la tapicería de cuero o las llantas de 18 pulgadas.
Una vez más, la oferta de versiones cerradas para limitar los stocks, una práctica habitual entre los importadores de vehículos japoneses, obligará a elegir entre tres equipamientos cerrados: M-Pro, Motion y Kaiteki, por lo que si queremos los faros led, por ejemplo, tendremos que irnos al acabado Kaiteki y pagar por elementos que probablemente no necesitemos, como los retrovisores cromados, a la vez que renunciamos a otros como el bloqueo de diferencial trasero.
En cualquier caso, si la elección del acabado puede plantearnos dudas, la elección del motor no lo hará, ya que el anterior 2.4 de 154 o 181 CV deja paso ahora a un nuevo 2.3 de 150 CV y 400 Nm. En realidad, es el mismo bloque empleado hasta hace un año por el Mitsubishi Outlander, pero entrega 40 Nm extra de par motor y va montado en posición longitudinal, acoplado a un cambio manual o automático, siempre con seis velocidades. Y esta es otra novedad, ya que la caja de cambios automática da un salto a la modernidad aumentando el número de relaciones.
Motor y cambio se acoplan a una caja tránsfer con una reductora de relación 2,566:1, que en el acabado M-Pro carece de diferencial central, mientras que en los Motion y Kaiteki monta un diferencial interaxial bloqueable que permite disponer de tracción total sobre firmes compactados, si bien podemos desacoplarla a voluntad.
En la práctica, el motor se queda escaso de respuesta en las inmediaciones de ralentí. Por debajo de 1.500 r.p.m. ofrece un rendimiento escaso, algo que en el caso del cambio automático no tiene mayor inconveniente que un cierto lapso entre el momento en el que aceleramos y el momento en el que el vehículo responde con verdadera fuerza, pero que en el caso del manual nos obliga a recurrir al cambio con mayor asiduidad de la que nos gustaría.
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Por su parte, la tracción total permanente sigue siendo un plus frente a la mayoría de sus rivales tanto en asfalto como fuera de él. En pistas rotas con giros cerrados nos permite pasar, con la tracción total conectada, sin maniobrar ni forzar innecesariamente la transmisión por zonas en las que otros pick ups no pueden hacerlo.
También hemos encontrado una suspensión algo más dulce, con un menor desencuentro entre los trenes delantero y trasero, a pesar de que ahora las ballestas del eje trasero cuentan con seis hojas en vez de cinco. Para lograr este maridaje se ha aumentado la resistencia de los muelles delanteros y se ha aumentado el tamaño de los amortiguadores, que ahora deberían aumentar, así, su resistencia al calentamiento en uso intensivo.
Por el momento, en Mitsubishi no se plantean los muelles como elemento elástico para el eje rígido ni los frenos traseros de disco, si bien las versiones Motion y Kaiteki, con llanta de 18″, adoptan discos de freno delanteros de mayor diámetro: 320 mm frente a los 294 mm de las variantes M-Pro.
En conjunto, el planteamiento técnico del L200 sigue siendo bastante conservador, si bien hay hueco para interesantes novedades como una interesante interfaz de escenarios de conducción todoterreno al estilo del Terrain Response de Land Rover, con cuatro programas: Grava, Barro/nieve, Arena y Rocas; este último está pensado para el franqueo de obstáculos, emula la acción de un diferencial autoblocante tanto en el eje delantero como en el trasero, y requiere la inserción de la reductora.
En esta toma de contacto hemos rodado por pistas de montaña y por una zona más ratonera pero sin una dificultad extrema, por lo que tendremos que esperar a hacer una prueba más en profundidad para comprobar su eficacia, aunque su desarrollo nos parece muy prometedor.
El Mitsubishi L200 es ahora más confortable
En el interior, los cambios son importantes. El confort a bordo es claramente superior, y también lo es la sensación de calidad que encontramos en todas las superficies, tanto por diseño como por tacto. Quedan muy pocos plásticos con filos mal rematados (sí los encontramos en el interior de la guantera, por ejemplo), no hay grillos, y la postura de conducción ha mejorado. También creemos que ha aumentado la insonorización, y el vehículo incorpora diversos asistentes a la conducción que no estaban disponibles previamente, como la detección de vehículos en el ángulo muerto o el sistema de cámaras periféricas.
Si te interesa este Mitsubishi L200, su precio final arranca en 31.607 euros para la versión de cabina ampliada (disponible únicamente con acabado M-Pro) y se cierra en los 44.988 de la variante de doble cabina con acabado Kaiteki, a lo que tendrás que añadir en torno a 3.000 euros si quieres un techo duro para la caja de carga.