El Hombre en la Luna: así eran los automóviles que usaron

Pablo J. Poza
Pablo J. Poza

Cuando celebramos el 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, recordamos como fueron los primeros 4x4 que circularon sobre el satélite.


El primer automóvil que operó fuera del planeta Tierra fue un 4×4. EL LRV –vehículo de exploración lunar, por sus siglas en inglés– pisó por primera vez la luna en diciembre de 1971 –dos años y medio después de que los tripulantes de la misión Apollo 11 pisaran por primera vez vez la superficie selenita– y utilizaba motores eléctricos (uno asociado a cada rueda) para desplazarse sobre esta nueva superficie.

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Fue diseñado para que pudiera transportar a dos personas junto con algunas herramientas y muestras lunares. No se pretendía que tuviera unas elevadas prestaciones, pero sí debía superar sin dificultad rocas de 30 centímetros de altura y hendiduras de hasta 60 cm.

A todo esto se unían dos premisas básicas: debía ser extremadamente ligero y tan compacto como fuera posible. Así nació el primer vehículo de exploración que rodó fuera de la Tierra, lo hizo por primera vez el 31 de julio de 1971, conducido por David R. Scott, comandante del Apollo 15, y sería utilizado tanto en esta misión como en las embarcadas a bordo de los Apollo 16 y 17.

LRV Apollo 15

El LRV contaba, así, con unas dimensiones muy contenidas. Medía, sin ocupantes, 3,10 metros de longitud por 1,82 de anchura y 1,14 de altura. La batalla, de 2,28 metros, er similar a la del antiguo Suzuki Jimny. Su distancia libre al suelo oscilaba entre los 36 y los 43 cm, dependiendo de su nivel de carga, una excelente cota a la que no se acerca ningún modelo del mercado actual. Y su peso, 210 kilogramos, era de auténtico récord, máxime teniendo en cuenta que se trataba de un vehículo eléctrico que debía transportar sus propias baterías y que la tecnología de estas fuentes de alimentación estaba, a principios de los años 70, en una fase de desarrollo primitiva en comparación con la actualidad.

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Aunque la concepción del «invento» corrío a cargo de la NASA, a la hora de aligerar el vehículo, muchoi tuvo que ver la experiencia de industrias Boeing, que se encargo de fabricarlo. El know how de la firma aeronáutica sirvió también para solucionar los problemas de operatividad del LRV a las bajas temperaturas que se registran en la Luna.

El peso máximo de la carga que podía soportar este peculiar buggy era de 490 kg, aunque para hablar con propiedad, deberíamos referirnos a su masa o peso en la Tierra. Como referencia, en la Luna los 21o kilos en vacío del vehículo se convertían en solo 35, puesto que la fuerza de la gravedad es seis veces inferior a la de nuestro planeta, debido a su menor masa.

Esto explica que el LRV pudiera moverse con solo cuatro motores eléctricos de 0,25 CV cad un o a 10.000 rpm (1 CV en total), potencia suficiente para desarrollar unoa 14 km/h de velocidad punta. Su autonomía –65 kilómetros– se mostró muy superior a la de los sistemas de soporte vital de los astronautas, que restringían el radio de exploración a no más de 9,5 km del módulo lunar.

Apollo 16

Tres misiones Apollo

En la práctica el LRV fue utilizado durante tres días en cada una de las tres misiones tripuladas a la Luna que protagonizaron los astronautas e la NASA al principio de la década de los 70, recorrió un total de 90 kilómetros sobre la superficie del satélite y estuvo en funcionamiento durante algo menos de 11 horas.

Las ruedas de tipo neumático resultaron inviables en un entorno de atmósfera cero y oscilaciones térmicas de -173 a 127ºC. Por otra parte, un pinchazo en la Luna, lejos del módulo de aterrizaje, habría supuesto un problema fatal, y las condicione de la bodega de carga tampoco recomendaban esta solución.

Así, se optó por desarrollar ruedas metálicas de estructura flexible mediante flejes de zinc recubiertos por una malla de hilos de acero que ejercía las veces de cubierta. Esta malla estaba, a su vez, jalonada de laminillas de titanio en forma de galones que se encargaban de proporcionar la necesaria tracción. Las ruedas medían 81,8 centímetros de diámetro por 23 de ancho. Cubos y llanta se construyeron en aluminio. Las ruedas iban acopladas a los ya mencionados motores eléctricos a través de una desmultiplicación 80 a 1.

Para las suspensiones se recurrió a una solución convencional: esquemas independientes mediante dobles triángulos superpuestos.

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Frenos mecánicos y dirección a las cuatro ruedas mediante motores eléctricos , completaban la parte dinámica del LRV, que podía presumir de un radio de giro de 3,1 metros. El piso consistía en una delgada lámina de aluminio sobre las que se colocaron dos rudimentarios asientos compuestos por tubos del mismo material, tiras de nailon y cinturones de seguridad e Velcro. El sistema eléctrico se alimentaba mediante baterías no recargables de palta-zinc hidróxido de potasio a 36 voltios, con una capacidad de 121 amperios por hora.

Apollo 17

Y todo esto se diseñó, además, para ser ‘empaquetado’ (plegado) en tres partes, encapsulado en una zona de carga del módulo lunar y desplegado, sin apenas dificultad ni esfuerzo, por dos astronautas. El presupuesto del LRV ascendió a más de 16 millones de dólares, que se acabarían duplicando a la entrega, en abril de 1971, del primero de los cuatro vehículos producidos, después de solo 17 meses de desarrollo.

Boeing fue la adjudicataria inicial, si bien Delco fue la principal empresa subcontratada por la aeronáutica. Este y otros proveedore sde la industria de la automoción (Castrol, por ejemplo) han aplicado posteriormene en sus productos algunas de las soluciones técnicas desarrolladas para proyectos especiales.

El LRV ha sido el único automóvil tripulado que ha circulado sobre la superficie de otro cuerpo espacial diferente a la Tierra.