Bürstner es una de esas firmas que puede presumir de tener historia. Cuando el maestro carpintero Jakob Bürstner inauguró su taller de carpintería de interiores en Kehl, en el ya lejano 1924, ya se demostraba que la solidez era una de su apuestas. Desde el principio, el cuidado por los materiales, los acabados y la profesionalidad garantizaron una fiel cartera de clientes que no hizo más que aumentar. Los encargos y los diseños de la compañía estatal de trenes para la fabricación de mobiliario para el interior de los vagones era un excelente campo de pruebas.
Pese a esos orígenes modestos, el taller pronto se diversificaría hacia otro tipo de encargos hasta el año 1958, cuando se acabó de forjar la leyenda. Su hijo Gerhart, convencido de que las vacaciones en caravana eran el futuro de la empresa, dio un giro de lo más interesante.
Asociándose con otras empresas locales, desarrollaron un chasis que podía acoger todo tipo de estructuras en su interior, con el objetivo de facilitar la vida a bordo y potenciar la experiencia vacacional al máximo. El resultado, llamado Delphin, fue un absoluto éxito. Todavía se pueden ver algunos de esos modelos con sesenta años guardados en garajes de Alemania, como auténticas joyas.
Aún modesta a nuestros ojos actuales, en su momento la Delphin fue considerada un símbolo del lujo. El interior de madera de palisandro se complementaba con una serie de soluciones visionarias que impulsaron el sector de las caravanas hasta lo que sería después. Los pedidos no hacían más que aumentar. La técnica evolucionó y la creatividad de Bürstner no cesó hasta convertirse en la caravana más exitosa de los 70. El modelo «Flipper» sigue siendo considerado como el mayor icono de este mundo camper que ahora vive su apogeo. Curiosamente, las nuevas «minicaravanas» vuelven a retomar estos diseños.
El siguiente salto fue al de la autocaravana, por fin un vehículo totalmente autosuficiente que no necesitaba ser remolcado. Las actualizaciones y cambios necesarios se realizaron sobre el chasis de una Fiat Ducato, dando lugar al mítico modelo «capuchina» que tan buen resultado ha dado, con sus lógicas variantes a lo largo de los años. Más tarde, bien entrados los ochenta, se sumó la estructura perfilada, con más espacio y nuevas innovaciones tecnológicas. El cliente tenía cada vez más donde elegir. La competencia de las marcas alemanas en esa época era el mejor estímulo para la superación.
Naturalmente, el currículum de Bürstner incluye un buen puñado de hitos adicionales, los suficientes para mantener vivo el concepto original. La caravana «Flirt» potenció las posibilidades interiores y las aproximó a la de vivir en un apartamento, y el posterior «Delfín» aumentó las capacidades dinámicas, la seguridad y el lujo a bordo.
El enfoque actual es el de lujo de una buena calidad. Buenos acabados, precios atractivos y una enorme variedad de modelos y opciones marcan la tarjeta de visita de la marca. Cuando se prueban varios modelos, sorprende la calidad de la insonorización.
Perfiladas, integrales, la Gama Lyseo y la Gama Ixeo (cada una con sus propias variantes) se reparten un mercado cada vez más exigente y donde hay más para elegir. Incluso resulta divertido ver como la rigidez del diseño alemán se va flexibilizando poco a poco. Posiblemente, los baños y los dormitorios sean los lugares donde esta marca aporta las soluciones más creativas. Un buen ejemplo lo tenemos en la Büstner Lyseo Harmony.
El objetivo es adaptarse a las necesidades de cada cliente, de cada momento, y cumplir sus deseos. Todo con un alto criterio de calidad y siendo referentes en diseño y soluciones interiores. Si a esto unimos la personalización estamos ante un vehículo perfecto.
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