Las ventas lo demuestran: el Citroën Berlingo ya no es una simple furgoneta. Ahora es el coche familiar más vendido.
Hay que ver cómo cambian las cosas. Hace ahora 20 años, Citroën puso a la venta el Xsara Picasso, un monovolumen de cinco plazas que fue un completo éxito de ventas hasta que dejó su sitio al C4 Picasso en 2010. Casi otra década después, el mercado ha dado un giro de timón muy grande. Los monovolúmenes han caído en picado en favor de los SUV's, unos modelos con mejor presencia social que un monovolumen pero peores como vehículos destinados a la familia desde el punto de vista del espacio y de la practicidad.
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Y es justo ahí donde las marcas han visto una buena oportunidad de negocio para los derivados de los comerciales. Al fin y al cabo, son los mejores coches desde el punto de vista del espacio, no salen caros -o, al menos, son más baratos que un SUV equivalente- y, ahora, van tan bien que poco tienen que envidiar a un turismo normal. Además, si se les dota de una estética más o menos pintona, el resultado es el siguiente: el Citroën Berlingo se ha convertido en el familiar más vendido del mercado, por delante incluso de monovolúmenes míticos como el Renault Scénic, el Ford C-MAX... o el propio C4 SpaceTourer -otrora C4 Picasso-, al que el Berlingo duplica literalmente en ventas.
Lo cierto es que el Berlingo ha sabido encontrar su hueco ofreciendo una estética más moderna y desenfadada que la de una clásica furgoneta. El morro emplea unos faros que siguen las pautas de diseño del resto de turismos de la marca, las puertas de doble hoja de la parte trasera dejan su lugar a un portón y, en los laterales, las puertas correderas se posicionan como una excelente alternativa desde el punto de vista de la practicidad.
Si, además, nos encontramos unas barras en el techo o un pintón pack como el XTR de esta prueba, que por 450 euros añade las llantas de 17 pulgadas, los retrovisores en negro brillante o los detalles en naranja de los paragolpes, pues la cosa no hace más que mejorar.
El Berlingo está disponible con dos carrocerías, denominadas Talla M y XL. Esta última cuesta 960 euros más, mide 4,75 m, ofrece 850 L de maletero y, como la M, está disponible con 5 ó 7 plazas -en ambos casos, por 500 euros más-.
Desde el acabado básico Live ya cuenta de serie con aire acondicionado, Bluetooth, aviso de cambio de carril involuntario, sensor de luz y lluvia... La terminación Feel incluye pantalla en color, conexión para smartphones, dos puertas laterales correderas, faros antiniebla... La edición especial 100 años añade climatizador automático, freno de mano eléctrico, barras en el techo, llantas de aleación... Por último, la versión Shine incorpora cajones en el suelo de los asientos traseros, elevalunas eléctricos traseros, retrovisores eléctricos plegables eléctricamente...
¿Y en marcha? Empecemos por el chasis. El Berlingo está creado sobre la plataforma EMP2, la misma que también llevan el C4 SpaceTourer, el Peugeot 308, 508 o 3008, el DS 7 y hasta el Opel GrandLand X, entre otros. Además, cuenta con una suspensión de tarados más bien blandos que favorecen claramente la comodidad, si bien eso no le impide defenderse con total dignidad en una carretera de curvas.
Lógicamente, su carrocería -con una altura de 1,80 metros- se inclina más que la un turismo; a ello se suma que la suspensión no es dura. Sin embargo, sorprende porque no es para nada un coche torpe, tiene unas reacciones muy sanas y predecibles, es tan fácil de conducir como un turismo e, incluso, con él se puede circular bastante más rápido de lo que uno podría pensar. La dirección, sin ser demasiado informativa, sí resulta suficientemente precisa; mientras que los frenos, con discos en las cuatro ruedas, cumplen su cometido sin problema. Y todo con un buen nivel de comodidad.
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La insonorización es buena, algo en lo que también influye el hecho de contar con un motor no demasiado ruidoso. En concreto, esta versión lleva el motor 1.5 BlueHDI de cuatro cilindros y 130 CV; un propulsor de muy buena respuesta a bajo y medio régimen que, dadas las posibilidades de carga del Berlingo y que el peso de partida son 1.505 kilos, es la opción más recomendable de toda la gama. Además, es un buen motor desde el punto de vista del consumo, pues lo normal es que te muevas en medias de unos 6,5 litros/100 km.
Por dentro hay pantallas y detalles del interior como en los turismos, y sólo hay una cosa que te recuerda claramente a una furgoneta: tienes espacio para dar y tomar, y una modularidad inviable en un SUV o un compacto. Es cierto que algunos plásticos son duros... ideales para aguantar mejor que los blandos el maltrato al que les suelen someter los niños pequeños.
Bien pensado: El climatizador se maneja desde unos botones colocados delante del cambio, y los que hay en el volante para la radio o el Bluetooth son de tamaño generoso. Los menús de la pantalla central son sencillos.
Duro, pero bien ajustado: La mayor parte del interior está realizado con plásticos duros, pero los ajustes son buenos y transmite la sensación de que todo está muy bien fijado.
Muy práctico: Los huecos son, junto con el espacio, el gran punto fuerte del Berlingo: las dos guanteras que hay frente al copiloto son grandes -aunque no están tapizadas-, hay otras grandes en las puertas delanteras, un gran espacio en el techo... También son de serie las bandejas plegables de los respaldos de los asientos delanteros. En opción, se puede adquirir un gran cajón que va entre los asientos delanteros -170 euros- y un cofre de carga para la parte superior del maletero -850 euros, incluye techo panorámico-.
El Berlingo es un perfecto vehículo familiar: es tan amplio como práctico, por comportamiento y comodidad no se le pueden poner pegas, el motor tiene un buen rendimiento, está bien equipado de serie y, por si fuera poco, su precio es más que razonable. Además, tiene suficientes detalles de diseño como para diferenciarse de una clásica furgoneta.
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