A Nürburgring con un Hyundai i30 Fastback N

El i30 N 'creció' en el exigente y abrumador Nürburgring. Ahora peregrina de vuelta a donde empezó todo.
Somos grandes amantes de los trackdays. Nuestras carreteras suelen estar muy transitadas como para poder disfrutar de manera segura de un coche deportivo y perfeccionar tus habilidades al volante. Esta es la razón por la que los eventos en circuito agotan siempre sus plazas en todas las partes del mundo.
Pero hay un trazado que sigue siendo la meca del automovilismo: Nürburgring. El Nordschleife. O como lo denominó Jackie Stewart, tricampeón mundial de Fórmula 1, el Infierno Verde.
No sólo es el circuito de carreras más famoso del planeta, sino también el más extenuante, sin duda. Son casi 21 kilómetros de curvas, recodos, subidas y bajadas, en el corazón de las montañas de Eifel, en Alemania. Considerado demasiado peligroso para la Fórmula 1, ahora es el hogar del campeonato VLN de resistencia, con más de un centenar de coches en parrilla, desde Porsche oficiales hasta Hyundai i30 N o Renault Clio, que se enfrentan al padre de todos los circuitos. Y, cuando no hay carreras y los fabricantes no están probando sus prototipos, los mortales de a pie como nosotros podemos meter nuestros propios vehículos a la pista y experimentar una de las sensaciones más emocionantes que se puede tener en un coche de calle.
Si un fabricante quiere lanzar un coche deportivo que vaya bien en cualquier carretera, necesita probarlo dentro y en los alrededores del ‘Ring’. Es el motivo por el que Hyundai amplió sus sedes europeas con unas instalaciones a tiro de piedra del circuito, para permitir al equipo N desarrollar el i30 allí, y todos los futuros coches N. Y es también la razón por la que, cuando quisimos volver al icónico circuito alemán, pensamos en enfrentar el i30 Fastback N al lugar donde pasó tanto tiempo durante su fase de desarrollo.
Como en cualquier viaje a un circuito que requiere cruzar una o dos fronteras, la jornada hasta allí está bien planificada, al igual que el tiempo que pasaremos en nuestro destino final. Dejamos atrás Reino Unido, Francia y Bélgica, y una breve desviación hacia el trazado de Spa nos abre el apetito, aunque no tenemos tiempo ni para dar una vuelta.
Muy cerca de Nürburg discurre un fragmento de la autovía A1. Un nirvana en forma de tramo casi recto de autobahn, sin límite de velocidad, que es literalmente una carretera a ninguna parte, ya que acaba abruptamente cerca del pueblo de Brück –suponemos que por la falta de permisos o presupuesto para continuar–, y que hoy parece nuestra propia pista de pruebas de alta velocidad.
Sería grosero venir hasta aquí y no aprovechar la oportunidad de probar la velocidad anunciada por Hyundai para el i30 Fastback N, de 250 km/h. Hay una pequeña bajada hacia un valle, y sin mucho esfuerzo pronto circulamos a 225 km/h, y vamos subiendo: 240 km/h, 245 km/h, 250 km/h… 255 km/h, 257 km/h, 259 km/h. Un vistazo rápido y aparecen los 265 km/h y, enseguida, 267 km/h. Ahora cada incremento lleva un segundo, y en 270 km/h la aguja se detiene. El i30 continúa, duro como una roca, con un equilibrio aerodinámico que demuestra que esa cifra oficial es algo conservadora.
Sabes que estás llegando al ‘Ring’ porque los coches de pronto se vuelven más interesantes: hay una mezcla de superdeportivos, clásicos, compactos tuning de los años 90 o superberlinas alemanas. Hoy es un día de apertura al público del circuito, así que cualquiera que compre un ticket puede dar una vuelta, y la mezcla de coches y motos haciendo cola para entrar al trazado es impresionante. La elección más divertida es un Daewoo Matiz con matrícula de Reino Unido. Desde luego sus ocupantes son más valientes que nosotros.
En lugar de mezclarnos con esta amalgama de ‘quemados’, motos y turistas asalvajados, nos hemos dado el capricho y, mañana, participaremos en un trackday RSR Premium. Estas jornadas limitan el número de participantes en pista, y el briefing de seguridad asegura que sepan lo que se hacen. Así que, tras disfrutar del espectáculo de hoy, nos vamos a cenar y a dormir.
Al amanecer hay una relajada cola para acceder al paddock, con una gran variedad de maquinaria. Algunos Porsche 911 de diversas generaciones y en diferentes versiones son, sin duda, los más populares. Los siguientes son los Nissan GT-R y, después, los Suzuki Swift. Estos últimos están disponibles para alquilar, por lo que los conductores pueden viajar hasta allí, pilotar un Swift y volar tranquilamente de vuelta a casa. También hay otros coches de alquiler disponibles, con instructor, incluidos un par de i30 N de la organización de RSR.
Las conversaciones arrancan rápidamente, y gente de todo el mundo intercambia experiencias sobre coches y sobre el circuito. Esta es la razón por la que viajamos desde Reino Unido hasta Nürburgring. Aquí no sólo se disfruta de la conducción; la camaradería y el respeto trascienden las barreras del lenguaje o del poder adquisitivo. Propietarios de un Lamborghini Huracán o un Porsche GT2 RS son tan entusiastas sobre los compactos deportivos del aparcamiento como otros lo son de sus superdeportivos.
RSR no imparte charlas de seguridad en sus eventos en el ‘Ring’, prefieren hacer el llamado ‘paseo en pista’, que consiste en dar una vuelta despacio, parando en los lugares clave del circuito para ofrecer instrucciones sobre cómo afrontarlos, y también sobre cómo evitar acabar contra la barrera. No se puede describir un lugar como el ‘Ring’ en un aula. Necesitas verlo.
Acabado el briefing, llega el momento de comprobar si todos esos días que dedicó Hyundai aquí al desarrollo de su primer modelo N han merecido la pena. Es fácil pensar que resulta irrelevante que los ingenieros desarrollen un coche para ir rápido aquí, ya que importa poco en carretera. Pero Hyundai no probó el coche en el ‘Ring’ con intención de marcar la vuelta rápida –pocos lo hacen–. Sabían que el ‘Ring’ pondría en evidencia problemas de chasis, frenos, neumáticos o del motor, que no detectarías en ningún otro circuito, y desde luego no en la calle. La variedad de curvas, peraltes y desniveles supone que si un coche funciona en Nordschleife, funcionará en cualquier carretera.
Y el i30 N aquí cumple. Se siente como en casa. Es rápido, por supuesto, y enseguida estamos ‘peleando’ con la gran variedad de máquinas que encuentras en eventos tan bien organizados como este. Incluso adelantamos a algunos superdeportivos que se lo toman con calma. Su punto fuerte es el comportamiento. En cada curva, sin importar lo cerrada que sea, el diferencial electrónico trabaja constantemente, pero no de forma intrusiva, aunque lo notas en un segundo plano, repartiendo el par, dosificando la potencia en la cantidad y el lugar adecuados. Para un novato, genera bastante confianza, y si tienes más experiencia puedes agradecer su trabajo gracias al preciso eje delantero que ha desarrollado N para el i30. Los frenos siempre resultan potentes, sin nada de fatiga, y su habilidad para aguantar castigo es impresionante para un coche con unos orígenes tan humildes. Si bien el ‘Ring’ no es demasiado severo con los frenos, cuando hacen falta no te dejan con ganas de más.
Es la combinación de aerodinámica y puesta a punto de la suspensión lo que te permite disfrutar y coger ritmo. El i30 se siente siempre asentado, y esa estabilidad genera gran confianza, incluso al atravesar la célebre Schwalbenschwanz, una curva en la que Albert Biermann ha insistido que todos los coches N deben sentirse estables y aportar confianza. En Flugplatz es imperturbable, y en los cambios de rasante y los saltos la amortiguación lo absorbe todo. Antes de que acabe la vuelta ya estamos maquinando cómo convencer a Hyundai para que nos deje un coche para correr las 24 Horas de Nürburgring…
De vuelta al paddock la conversación trata de neumáticos, frenos y experiencias. Aquellos conductores cuyos coches no están preparados para dar otra vuelta, se montan de pasajeros en algunos Nissan GT-R, McLaren y en nuestro i30 N. Algunos son habituales y otros han hecho el viaje de su vida. Dos de ellos han venido desde India, y otra pareja desde Estados Unidos. El dueño de un Skoda Octavia ha conducido desde la Isla de Wight, como regalo en el 40 cumpleaños de su mujer. Y todos volverán.
El atardecer marca el final de nuestra sesión en pista. Mientras algunos participantes se quedan para disfrutar otra noche de carne a la piedra en el famoso restaurante Pistenklause, nuestro apretado programa nos obliga a tener que repostar ya, no sin antes pegar la obligatoria pegatina de Nürburgring en la zaga del i30, y marchamos rumbo a casa. Podríamos haber traído cualquier superdeportivo que se te ocurra, y habría encajado a la perfección, pero queríamos que el i30 Fastback N pudiera demostrar, después de ver lo que puede hacer en nuestras carreteras favoritas, de qué es capaz en su hogar.