Los frenos de un coche funcionan con un principio relativamente sencillo. Hay un elemento metálico que giran a la vez que las ruedas y, cuando frenamos, aproximamos otra pieza de un material compuesto que, al rozar contras el elemento mecánico, reducen la velocidad. Cuanto más frenamos, mayor rozamiento y mayor frenada. ¿Fácil, no?
El elemento mecánico son los discos de freno o los tambores, mientras que las piezas de material compuesto son las pastillas o las zapatas de freno. En este caso, vamos a hablar de discos y pastillas, el sistema más habitual.
Las pastillas de freno tienen una vida más corta que el disco, a priori. Su duración depende principalmente de nuestra conducción, pero también de por dónde circulemos. Así, frenar muchas a veces a baja velocidad, como por ejemplo en ciudad, no desgasta tanto las pastillas como las largas frenadas que realizamos a mayor velocidad en carretera, como cuando vamos bajando un puerto.
Así, las pastillas de freno de un coche que circule casi exclusivamente por ciudad, o uno que realice muchos kilómetros por autopista sin tener que frenar, deberían durar más que las de un coche que circule habitualmente por carreteras secundarias de montaña.
Existen otras variables a tener en cuenta, como el peso del vehículo, pero sobre todo es nuestra conducción la que más puede influir. Por ejemplo, acercarnos a un semáforo o bajar un puerto utilizando la retención del motor en vez de frenando continuamente son detalles que afectan directamente a la duración de las pastillas.
Con todo, se puede decir que la vida media de las pastillas de freno de un coche debería estar en torno a 70.000-80.000 kilómetros si hablamos de las pastillas delanteras, mientras que las pastillas de freno del eje trasero suelen durar mucho más, normalmente el doble. ¿El motivo? Que el eje trasero soporta menos peso y tiene que realizar menos esfuerzo a la hora de frenar que el eje delantero.
Sustituir las pastillas de freno es una operación relativamente asequible: normalmente, por unos 150-200 euros nos las pueden cambiar en cualquier taller. También es cierto que es una operación sencilla, por lo que a poco que seamos un poco manitas, podremos cambiarlas pagando la mitad siempre y cuando compremos las pastillas correspondientes a nuestro vehículo. Aquí te explicamos cómo hacerlo.