Alpine A110: primera prueba
Comencemos por definir qué es Alpine. Corría el año 1955 cuando el francés Jean Rédélé fundó Alpine, un pequeño fabricante de automóviles que construía deportivos basados en modelos Renault. Su obsesión era concebir automóviles que proporcionaran al conductor gratificantes sensaciones al volante. Tanto es así que la elección del nombre Alpine se debe a que Jean pretendía que sus coches tuviesen el objetivo de complacer a sus conductores en las retorcidas carreteras de los Alpes. Y Alpine estuvo operativa hasta su disolución en 1996. En su legado, que también contempló coches de producción propia, dejó el A610 como último modelo, mientras que su vástago más icónico es el A110 de 1961, que fue un éxito tanto como coche de calle como en los rallyes.
Pero desde el A610 no volvió a saberse nada de Alpine. Hubo algunos tímidos intentos de levantarla, pero ninguno fructificó. Pero, un día, Renault y Caterham se dijeron «oye, ¿y si lo intentamos de verdad?» Y entonces surgió el primer prototipo. La tecnología ya la capacidad financiera de Renault, se unió a la pasión británica de Caterham. Aquel concept-car fue prometedor, pero por circunstancias, al poco tiempo Renault y Caterham rompieron su relación. Lejos de abandonar el proyecto Alpine, Renault decidió continuar con él por su cuenta. Y este es el resultado: el Alpine A110 de 2017, que llegará a nuestras calles en 2018.
Pero bueno, dejémonos de batallitas, y vayamos al grano. ¿Cómo es el nuevo A110? Pues así, de un primer vistazo, es una reminiscencia tan precisa como en su día lo fue la del Fiat 500. Los grupos ópticos delanteros, el nervio del capó, su luna trasera, la línea media de la carrocería, los pilotos traseros… El nuevo A110 es la interpretación moderna del A110 original. Una interpretación perfecta desde el espectro de lo purista. La carrocería, al igual que el chasis, está construido en aluminio, y mide 4,18 metros de largo, 1,80 metros de ancho y 1,25 metros de alto. Dentro, alberga dos plazas, motor central y dos pequeños maleteros. Las llantas de 18″ son obra de Otto Fuchs, los baquets son Sabelt y los frenos son Brembo. A todos los suministradores se les dió la misma instrucción: ante todo, ligereza. Resultado de ello es que el A110 pese sólo 1.080 kg en su versión base, aunque la unidad de lanzamiento, denominada Premiere Edition, pesa 1.103 kg por su mayor equipamiento de serie. En cualquier caso, se sitúa en un punto intermedio entre el recientemente descatalogado Alfa 4C y el Porsche 718 Cayman.
Lo que sí que no me ha agradado en absoluto es el volante. ¿Pero de dónde procede esa manía de poner Alcántara justo por donde no se agarra el volante? El aro está forrado de este material por arriba y por abajo, pero no por los laterales. En la parte inferior derecha encontramos un botón que alterna los diferentes modos de conducción (Normal, Sport y Track), los cuales afectan al acelerador, la dirección, el sonido del motor, la transmisión y el control de estabilidad, pero no a la suspensión, que no es adaptativa. El depósito de combustible se emplaza justo detrás del eje delantero y hay dos maleteros: uno delantero de 96 litros, y uno trasero de 100 litros. La plataforma con motor central es totalmente nueva. La suspensión, por cierto, es realmente absorbente, proporcionando una calidad de rodadura muy confortable. Eso, sin embargo, no es impedimento para que contenga muy bien los balanceos de la carrocería. Ahora me explico por qué la suspensión no es adaptativa: esta que lleva el Alpine A110, es perfecta para un deportivo de calle, ya que es dura pero absorbente en las carreteras más rotas.
En cuanto al motor, se trata de un bloque 1.8 turbo que también se utiliza en otros modelos de Renault, como el familiar Espace o el deportivo Mégane R.S., si bien en el Alpine entrega 252 CV a 6.000 rpm, un poquito menos que en el Mégane. Eso no es óbice para que sea rapidísimo, ya que sus 1.103 kg y su impecable chasis hacen que acelere de 0 a 100 km/h en sólo 4,5 segundos, mientras que su velocidad máxima está limitada a 250 km/h. Otro dato asombroso, aunque en un coche de este tipo es secundario, es que su consumo oficial se sitúa en sólo 6,2 l/100 km y, tras nuestras pruebas, podemos verificar que en conducción normal es fácil obtener 7,0 l/100 km, lo cual está genial. La caja de cambios está fabricada por el especialista Getrag, es de doble embrague y dispone de 7 velocidades. Siendo francos, no es tan perfecta como la PDK del Porsche 718 Cayman, pero sí funciona muy bien, es rápida, muy acertada, precisa y suave. Especialmente manejándola de forma manual a través de las levas, te conecta con la conducción casi como si de una transmisión manual se tratara.
El reparto de pesos se sitúa en un 44:56, y en curvas el coche es simplemente sensacional. El tacto del freno es durito y muy intuitivo de dosificar, la dirección es precisa y directa, y el coche entra en las curvas con una naturalidad pasmosa. La tracción del eje trasero también es impecable, y los citados frenos, firmados por Brembo, tienen una resistencia encomiable para tratarse de un vehículo de calle. Es un coche hecho por y para el conductor. Sólo para su disfrute. Lo demás, es secundario. Se siente tan ‘de competición’ que, de hecho, hay una versión de carreras, denominada A110 Cup270 (esa cifra hace referencia a que su potencia se ha elevado a 270 CV), que conserva muchos elementos del modelo de producción. Del Cup270 sólo se han fabricado 20 unidades y el objetivo es poner en marcha una copa monomarca a nivel europeo, estableciendo 6 citas anuales en circuitos que aún están por confirmar.
El Alpine A110 es uno de esos coches del que nunca te bajarías, y de esos cada vez hay menos. Corre, se adhiere a la carretera, frena genial, tracciona bien y es terriblemente ágil. Si lo que quieres es pleno disfrute al volante, esta es una de las opciones más aptas para cumplir tu objetivo.
En total, en la factoría de Dieppe (Francia) se han construido 1.955 unidades del A110 (en honor al año de fundación de Alpine), más otras 50 reservadas para pruebas de prensa, y 30 ejemplares de esos 1.955 han recaído en España. Todas ellas están numeradas y vendidas, pero ante tal éxito, Alpine ya ha confirmado que, a partir de verano de 2018, cualquier mortal podrá comprar este modelo, eso sí, sin placa de numeración. Sólo se venderá en un concesionario de Madrid y en otro de Barcelona, los cuales aún están por confirmar.
El precio en España para el A110 partirá de 61.500 euros para su versión básica, habiendo por encima un acabado más refinado y equipado que costará en torno a 64.500 euros. Ambas incluyen un amplio equipamiento de serie y la transmisión EDC de doble embrague, por lo que por precio se sitúa en un rango muy cercano al del Porsche 718 Cayman, si bien el modelo alemán viene de serie algo peor equipado. Con todo, ante todo hay que agradecer a Renault que se haya atrevido a resucitar Alpine en los tiempos que corren, y que además lo haya hecho con semejante acierto. El A110 es todo un referente en cuanto a disfrute de la conducción. Tanto como el hasta ahora intocable Porsche 718 Cayman.