Mercedes GL 420 CDI

Pero el más grandullón de los Mercedes con aptitudes camperas es algo más que un Clase M in extenso. De entrada, las versiones que se comercializan en Europa disponen de serie de un conjunto de elementos (reductora, bloqueos automáticos de los diferenciales central y trasero, así como suspensión neumática de altura variable) que permite a este ario fabricado en Alabama codearse con los TT más eficaces del mercado.

Esto no le impide ofrecer una habitabilidad equiparable a la de un gran monovolumen, el lujo propio de la estrella que luce en la rejilla que tapa el radiador y un comportamiento en carretera superior al que sus cinco «y pico» metros nos harían presagiar.
Aparte de todo esto, el GL 420 CDI esconde bajo su capó un propulsor capaz de sorprender al más curtido.

Sus ocho cilindros en V estrecha cubican cuatro litros y se alimentan mediante un sistema de inyección directa de gasóleo a alta presión con dos turbocompresores. El resultado son 306 CV y 700 Nm. Combinado con una caja de cambios de siete velocidades, este cóctel hace olvidar la verdadera masa del vehículo, superior a las dos toneladas y media.

La vida a bordo es la que cabe esperar en un vehículo que vale casi 15 millones y medio de las antiguas pesetas. Bien de serie o bien con sobreprecio dispondremos de una confortable suspensión neumática, asientos cuyo contorno y dureza se adaptan a nuestra fisonomía, control de velocidad de crucero con radar y muchas cosas más.

Por dentro Mercedes

Los asientos delanteros pueden moverse, calentarnos, refrigerarnos y hasta abrazarnos si elegimos la recomendable opción de butacas de contorno variable. Atrás disponemos de espacio para aburrir, con abundante sitio para las piernas, y un piso muy plano, pero debemos acordarnos de colocar los reposacabezas. La tercera fila tiene suficiente espacio y, sobre todo, permite adoptar una postura natural, con las rodillas poco flexionadas.

Comportamiento

Gracias al excelente rendimiento del conjunto formado por propulsor y caja de cambios, las prestaciones del GL 420 CDI resultan sorprendentes para un vehículo de su porte. En carreteras amplias y autopista es cómodo y estable, mientras que en las más viradas se defiende dignamente siempre que la adherencia sea buena, ya que en caso contrario el subviraje no tarda en aparecer.

Esto se acrecienta al rodar por pistas en buen estado. Las suspensiones transmiten una gran confianza, pero el ESP (que no puede desconectarse) insiste en paralizar súbitamente el vehículo cada vez que detecta pérdidas de motricidad o la inevitable tendencia del morro a ampliar el radio de la curva. Pero cuando verdaderamente sorprende este alemán es a la hora de insertar la reductora y enfrentarse sin complejos a las zonas más exigentes.

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