Hace sesenta años, cuando llegaba el verano, era habitual ver un Seat 600 con cinco o seis personas dentro, si no más. Los niños viajaban sentados en el regazo de los más mayores (siempre que no fuese el conductor… o sí), y las maletas se colocaban donde buenamente podían. Hoy, gracias a Dios, eso ya no es posible. La obligatoriedad de que vaya una persona por asiento, todos con cinturón y, en el caso de los más pequeños, con sus correspondientes sistemas de retención infantil, impiden volver a ver aquellas curiosas estampas. Mejor para nuestra seguridad.

Sin embargo, eso trae consigo un pequeño problema: hoy día, a poco que tengas una familia grande, o no muy grande pero sí con niños pequeños que te obliguen a llevar un carrito, por ejemplo, necesitas un coche que mide casi dos veces lo que medía el Seat 600.
Hace 20 años, los monovolúmenes se convirtieron en el tipo de carrocería ideal para tener un coche espacioso pero de un tamaño razonable. La fiebre por los SUV’s y su diseño/status social han llevado a los monovolúmenes casi hasta su desaparición, sobre todo con la aparición de SUV´s de cerca ya de cinco metros que pueden ofrecer hasta siete plazas.
Así es por dentro
Un ejemplo de ello es el Seat Tarraco. Se trata de un modelo de 4,73 metros de largo que se comercializa con cinco plazas o con siete. En el primer caso, su maletero es de 760 litros, mientras que en el segundo esa cifra entre los 200 litros que hay cuando se utilizan las siete plazas y los 700 que quedan cuando se abaten los asientos de la tercera fila.
El espacio en esa tercera fila es justo para un par de adultos, pero puede ser suficiente para adolescentes que aún no hayan pegado un gran estirón. En la fila central, en cambio, hay bastante más espacio, y pueden viajar hasta tres adultos con cierta holgura (tampoco nos volvamos locos, que esto no es un ALSA).
En cuanto al puesto de conducción, el Tarraco ofrece una postura al volante más bien elevado, con una banqueta bastante alejada del suelo, algo que facilita el acceso, mejora la visibilidad y, además, resulta bastante cómodo en largos viajes. Otra cosa es que, en una carretera de curvas, nos movamos un poco más de la cuenta, y eso que la sujeción de los asientos es bastante buena.

Lo que más convence del interior es su apartado ergonómico. El Tarraco siegue empleando un salpicadero como el del Seat Ateca, y gracias a ello encontramos bastantes botones físicos para las principales funciones que le facilitan mucho las cosas al conductor. Hay una pantalla, sí, pero para cosas más bien secundarias y con una configuración de menús razonablemente fácil de comprender para navegar si necesidad de ser ingeniero informático para comprenderlo. En calidad también nos convence. Los ajustes son buenos, la iluminación está suficientemente bien cuidada y el tacto de los botones o la respuesta de la propia pantalla son los esperados. ¿Qué si podría utilizar mejores plásticos? Seguro. Pero mira los de sus rivales, porque ya todos emplean materiales muy similares…
¿Y en marcha?
Empecemos por el motor. En este caso, hemos probado un TDI 150, es decir, el famoso bloque 2.0 de cuatro cilindros sin microhibidar (por tanto, con etiqueta C) que la marca lleva utilizando, convenientemente evolucionado, desde casi ya cerca de dos décadas. Es un motor que nos sigue convenciendo, y mucho, porque no es muy gastón, es relativamente refinado y tiene una buena respuesta a bajo y medio régimen. No esperes la contundencia de los viejos TDI, pero sí unas prestaciones bastante razonables para un coche de 150 CV que pesa 1.773 kilos. Este Tarraco tarda 10,1 segundos en pasar de 0 a 100 km/h, suficiente para viajar a ritmo normal con la familia sin problemas.
Esta versión va asociada a un cambio DSG de doble embrague y siete marchas. Cuando aparecieron las DSG, su respuesta era mejor. Pero, con el tiempo se han ido suavizando, tanto que da la sensación de que en cierta forma aumentan ese empanamiento que notamos en el motor. Eso sí, no se le puede poner pegas en suavidad y comodidad, dos aspectos que, creemos, los posibles compradores valorarán mucho más que la rapidez o las prestaciones.
¿Cuánto gasta? Pues, en el caso de esta versión de tracción delantera, lo normal será movernos entre 6,5 y 7 L/100 km. ¿Mucho? Volvemos a lo mismo: es un coche de 4,73 metros que pesa 1.773 kilos (y no puede pesar mucho menos), así que es una cifra que, e nuevo, podemos calificar como razonable.
Si hablamos de comportamiento, de nuevo la comodidad y la facilidad de conducción son las que imperan. El Tarraco es de esos coches que, a poco de empezar a conducirlos, parece que los llevas conduciendo toda la vida: suave, preciso, noble, aplomado… Va francamente bien. Eso si, de nuevo su tamaño y su peso, así como su puesta a punto, hacen que se hayan potenciado esas facetas más que la agilidad que tiene, por ejemplo, el Ateca. Que no cunda el pánico: el Tarraco se muestra un poco más torpón que su hermano pequeño, sí, pero sigue teniendo un comportamiento muy bueno.
Hablemos del bolsillo
Si analizamos el precio, este Tarraco TDI 150 está disponible con acabado Style desde 35.550 euros. Si tenemos en cuenta la subida que han experimentado todas las marcas en los últimos tiempos, no nos parece caro. Otra cosa es que haya alternativas algo más baratas, como el Skoda Kodiaq equivalente (sólo 850 euros más barato) o el Peugeot 5008 BlueHDI 130, 1.050 euros más barato pero con 20 CV menos.
