Que los crossover están de moda, es un hecho contrastado, y es que cada vez son más los modelos que llegan a nuestro mercado y que buscan combinar toda la practicidad de sus carrocerías y la potencia de sus motores con la versatilidad que supone el hecho de poder salir del asfalto sin ningún tipo de preocupaciones. En este sentido, los modelos con carrocería familiar pero con una clara imagen campera son los que se están llevando el gato al agua.
En los últimos años hemos visto como marcas como Audi, Skoda, Citroën, Opel… han ido apostando por incluir, principalmente a sus berlinas, los apellidos Alltrack, Scout, CrossTourer o Country Tourer, respectivamente. Sin embargo, el éxito de muchos de ellos se ha visto eclipsado por el apellido Alltrack, y más concretamente por el Passat. Y es que la berlina alemana, sin llegar a ser una de las precursoras de este segmento, supo hacerse un hueco en él con suma claridad.
Ahora, tras tres años en el mercado, el crossover germano, aprovechado la octava generación de la berlina de la que deriva, estrena su segunda generación con unas aspiraciones todavía más altas. Bien es cierto que el escenario ha cambiado sustancialmente y que la competencia es todavía más fuerte, incluyendo incluso a la propia Volkswagen ya que hace unos meses veíamos como el Golf también pasaba a tener variante Alltrack.
Mucho donde elegir
Y es que el compacto tenía un bueno espejo en el que reflejarse. De hecho, las similitudes entre ambos saltan a la vista, no sólo por el color de la carrocería, sino también por la elección mecánica porque este nuevo Passat Alltrack estará disponible con hasta cuatro motorizaciones, todas de 2.0 litros. En el apartado gasolina, se ha escogido el TSI de 220 CV mientras que la terna de opciones diesel se reparte entre un 150 CV, un 190 CV y un Bi-turbo de 240 CV, motor que Volkswagen ha catalogado como “su turbodiésel de cuatro cilindros e inyección directa más potente jamás construido”.
Durante la presentación, que tuvo lugar en Munich, pudimos probar tanto el de gasolina asociado al cambio automático DSG (de serie también en el TDI 190 CV) como el diesel de acceso, acoplado a la transmisión manual de seis relaciones. Pocas diferencias se encuentran con respecto al Passat convencional, siendo un modelo perfectamente apto para realizar viajes largos con total comodidad. La sonoridad es excelente (principalmente en el TSI) y gracias al selector de modos, el conductor podrá elegir entre las configuraciones Eco, Confort, Normal y Sport, que afectan tanto a la dirección como a la amortiguación y, en las versiones automáticas, a la respuesta del motor y del acelerador.
Pero además, esta nueva generación del Passat Alltrack esconde un nuevo modo denominado Off-Road (como en el Golf) cuyo enfoque se dirige, obviamente, a realizar una conducción mucho más ‘todoterrenera’. Una vez se activa es posible contar con un control electrónico de descenso de pendientes (disponible hasta 30 km/h y con una pendiente superior al 5% de desnivel) al tiempo que se modifica el intervalo de regulación del ABS para acortar la distancia de frenado, se sensibiliza el tacto del acelerador, se aumentan los puntos del cambio y se limita el cambio automático a una marcha superior y, por último, si el vehículo equipa el control dinámico del chasis (DCC), este se ajusta automáticamente en modo Confort.
Por desgracia, durante nuestra toma de contacto no tuvimos oportunidad de poder probar, en ningún momento, dichas cualidades dado que la ruta discurrió en exclusiva por asfalto. De este modo tampoco pudimos comprobar si los 2,75 cm extras de altura libre al suelo que anuncia con respecto a un Passat Variant son suficientes para pasar terrenos más complicados o de si los neumáticos que monta de serie, en medida 245/45 R18, nos permiten hacer filigranas en terrenos no asfaltados (aunque imaginamos que no son del todo aptos).