Prueba del nuevo Citroën C4 X: máximo sentido común

Este coche, el Citroën C4 X, no es un modelo que te compres atraído por su brutal diseño o por las sensaciones que te suscita. Es un coche práctico, en el sentido más estricto de la palabra. Y también es el retorno de un concepto poco pasional pero altamente inteligente, como es el de las berlinas compactas, económicas y con buen maletero.
Pero ojo, no es un Citroën C-Elysée remasterizado. No se trata de un coche low cost. Aunque sí barato, pues puedes comprártelo por 22.785 euros. Además, presenta un diseño menos simplón que el de aquel C-Elysée basado en el C3, y ya no digamos que el de aquel C4 Sedán de hace algunos años, pues el C4 X es una berlina que adapta ciertos rasgos estéticos de los SUV, como la altura o la protección perimetral de plástico, tanto que podría considerarse rival del Renault Arkana.

Ya se fabrica en la factoría madrileña de Villaverde y mide 4,60 metros de largo, lo que son 24 cm más que el C4. Mantiene la batalla de 2,67 metros de longitud y el tercer volumen de la carrocería le hace ganar 130 litros de maletero, hasta los 510 litros. Además, para ser un cuatro puertas compacto, la boca de carga no es demasiado estrecha.
En hasta 14 mercados el C4 X se venderá sólo como eléctrico, no siendo por suerte uno de ellos el español, donde ese eléctrico de 136 CV y batería de 50 kWh se complementa con dos motorizaciones de gasolina y una diésel. Por cierto, Citroën nos dijo que el 35% de los C4 que se venden en Europa son ë-C4, es decir, eléctricos.

A mi modo de ver, la versión que más interesa es la PureTech de 100 CV con cambio manual, que es la que cuesta sólo 22.785 euros. En un automóvil de este tipo, a mí el precio me parece un aspecto crucial. Sin embargo, en la presentación a prueba sólo pudimos probar el eléctrico y el PureTech de 130 CV, cuyo precio ya parte de 26.545 euros. Tampoco estaba el diésel BlueHDI de 130 CV. Por cierto, estos dos propulsores van obligatoriamente asociados a una transmisión automática de ocho marchas.
En cualquier caso, el C4 X es un coche con el foco puesto en el confort, con una suspensión tirando a blanda pero que, de algún modo, transmite un rodar más firme que en el C4 normal, así como también una precisión de guiado que parece algo mejor. Quizá los muelles, de mayor longitud para elevar la altura de la carrocería, sean los que alteren el equilibrio del C4 de manera tan perceptible. Casi diría que, de hecho, el C4 X es más agradable de conducir que el C4.

Este PureTech de 130 CV ofrece un rendimiento sobrado con un consumo que, en uso cotidiano, bien puede rondar los 6,5 L/100 km sin demasiado esfuerzo. Esta es la versión que, según Citroën, será la más demandada por el público europeo, al menos durante los primeros años de comercialización del C4 X antes de que la versión eléctrica ë-C4 X acabe por posicionarse como la preferida.
El eléctrico, por su parte, homologa un bajo consumo de 15,4 kWh/100 km que le permite anunciar una autonomía de 360 km que, en la práctica, no está muy lejana de la real, sobre todo si te mueves en entorno urbano y eres cuidadoso con el acelerador. Es fácil rondar los 280 km de autonomía en condiciones reales. Además, la batería, de 50 kWh, admite cargas de hasta 100 kW de potencia en corriente continua.

En general, el C4 X es un coche que se posiciona como una inteligente alternativa para familias jóvenes que no pretendan invertir un dineral en su nuevo coche. Es ahí donde, a mi modo de ver, esa versión con cambio manual y 100 CV puede resultar un acierto total.