España no pedirá a Europa que se prorroguen las ventas de coches con motor de combustión
En julio del 2021, la Comisión Europea propuso que no se pudiera vender en Europa ningún turismo ni furgoneta nuevas que incorporara un motor de combustión a partir de 2035. Esto supone, en la práctica, prohibir la venta de los vehículos gasolina y diésel, pero también los propulsados por gas o aquellos híbridos o, incluso, híbridos enchufables.
Esta propuesta fue aprobada, con cierta sorpresa, el pasado 8 de junio en el Parlamento Europeo, que dictaminó que “todos los vehículos nuevos matriculados a partir de 2035 serán de cero emisiones”. Además, el pasado martes 28, los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea alcanzaron una posición común ratificando esa fecha límite. Aunque esta posición en torno a la fecha límite de 2035 aún deberá ser negociada con el Parlamento Europeo para acordar una normativa final.
Una propuesta de prórroga a favor del motor de combustión
No todos los estados miembros de la Unión Europea están a favor de esta medida. De hecho, Bulgaria, Rumanía y Eslovaquia pero también nuestros vecinos Portugal e Italia, han presentado una iniciativa para prorrogar la prohibición del motor de combustión a 2040.
Estos cinco países solicitan esta prórroga con el objetivo de crear un periodo de transición que no genere “costes desproporcionados e innecesarios para la industria de la automoción y los consumidores”. Así, y con esta prórroga, establecen un objetivo de reducción de emisiones del 90% para el 2035 y que ya sería del 100% en el citado año 2040. Mientras, y para el caso de los vehículos comerciales ligeros, proponen que los objetivos de reducción de emisiones se establezcan en el 45% para 20309, en el 80% para 2035 y en el ansiado 100% ya para 2040.
La propuesta presentada por estos cinco países miembros argumenta que, a día de hoy, existen varias “barreras” a salvar para alcanzar una movilidad sin emisiones. Entre ellas citan la necesaria expansión de la red de recarga eléctrica en Europa, el escaso desarrollo de la industria europea de baterías, la necesidad de establecer incentivos a la producción de vehículos eléctricos y la “adaptación del sector de la automoción”.
Junto a estas objeciones, los países firmantes de esta prórroga alertan del peligro que una transición acelerada del motor de combustión al eléctrico supondría para los pequeños fabricantes de automóviles (muchos, como Lamborghini o Maserati, presentes en Italia), que significaría un incrementos de costes, una posible pérdida de mercado y un impacto negativo en el empleo. Por eso, insisten en la prórroga para estos pequeños productores de vehículos térmicos, cuyas ventas apenas suponen el el 0,2% de las matriculaciones de automóviles nuevos en la UE.
España, en contra de esa prórroga
España, pese a contar en su territorio con hasta 17 fábricas, que producen una inmensa mayoría de modelos con motores de combustión, no se ha adherido a esta petición de prórroga. Todo lo contrario: según ha indicado la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, nuestro país respaldará la fecha de 2035 como el fin de los coches de combustión en la UE.
“España apoya el 2035. Un grupo de Estados miembros aboga por adelantarlo a 2030 y Alemania e Italia no piden una extensión, sino que están sugiriendo propuestas para flexibilizar algunos aspectos”, llegó a declarar Ribera durante la reunión de los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea, quién también señaló la importancia “determinante” de respaldar esta fecha límite de 2035 a los motores y vehículos de combustión para que la industria europea de la automoción “pueda transformarse” lo más rápidamente posible y “acomodar su modelo productivo”.