Un estudio elaborado por ingenieros de transporte de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (Estados Unidos) afirma que incorporar una cuarta luz a los semáforos mejoraría la fluidez del tráfico y, en consecuencia, reduciría la contaminación. ¿Cómo lo conseguiría?
Cómo funcionaría el cuarto color en los semáforos
La propuesta de los investigadores de la Universidad de Carolina del Norte consiste en añadir una cuarta luz a los semáforos, de color blanco, que solucionaría los problemas en la circulación del tráfico que pueden llegar a generarse con la llegada de los coches autónomos.
El estudio plantea varios supuestos escenarios para determinar las funciones que tendría esta cuarta luz:
1.- Si el primer coche que llega al semáforo es autónomo y detrás circula un vehículo con conductor, entonces el semáforo se pondría en lo que ellos denominan como ‘fase blanca’ (es decir, se encendería la luz que es de ese color). En esta situación el coche con conductor tendría que hacer lo mismo que haga el autónomo que tiene delante; por ejemplo, si se detiene, él también debe parar y si avanza, hacer lo mismo.
2.- El segundo planteamiento surge si todos los vehículos que están en el cruce con semáforos son autónomos. Entonces, ellos solos, conectados a un ordenador central que regula el tráfico, irían pasando con fluidez.
3.- Y el último supuesto ocurriría cuando el primer coche que llegase al semáforo fuera uno con conductor. En esta situación, la luz blanca se apagaría y se volvería a los colores de semáforo tradicionales: verde, ámbar y rojo.
Para qué sirve el cuarto color en los semáforos
Para activar esa luz blanca en los semáforos y que funcionase tendría que haber al menos un 10 % del parque móvil de coches sin conductor. Y es que la idea consiste en utilizar la capacidad que tienen los coches autónomos de comunicarse con su entorno para que fueran ellos los que, tomando el control de los semáforos, dirigiesen el tráfico en función de la saturación circulatoria que exista en cada momento.
En las pruebas elaboradas por los investigadores estadounidenses en las que utilizaron simuladores de tráfico comprobaron que los retrasos se redujeron en un 3 % cuando el 10 % de los coches eran autónomos; y hasta en un 10,7 % cuando había un 30 % de estos vehículos sin conductor.