El Toyota Corolla es un compacto de cinco puertas que, por diseño, tamaño y precio se presenta como rival del Ford Focus, Seat León, Kia Ceed, Hyundai i30, Peugeot 308, Opel Astra… Sin embargo, frente a ellos, cuenta con un detalle que le diferencia claramente: es el único que se ofrece única y exclusivamente con una mecánica completamente híbrida. El único coche similar que comparte esa característica es el Hyundai Ioniq, aunque también se vende con una mecánica híbrida enchufable y, también, con otra 100% eléctrica.

¿Dónde está el secreto del éxito del Toyota? Difícil de saber al 100%, pero sí hay varios aspectos que pueden explicarlo y que vamos a tratar de desgranar en varias entradas que publicaremos sucesivamente. En cualquier caso, de lo que no cabe duda, es de que la apuesta que Toyota hizo hace ya más de 20 años por el híbrido está dando sus frutos. Han conseguido que el coche gaste poco, que tenga un coste razonable en los tiempos en los que estamos y, además, su mecánica es dura como una piedra. Y no, esto no está pagado ni es publicidad.
Precio | Desde 25.900 euros |
Etiqueta DGT | Eco |
Mecánica | Motor 1.6 atmosférico de gasolina, 4 cilindros, 98 CV; motor eléctrico de 95 CV. Potencia total: 140 CV |
Cambio | Automático, múltiples relaciones |
Tracción | Delantera |
Aceleración 0-100 km/h | 9,1 segundos |
Consumo medio | 4,4 L/100 km |
Dimensiones | 4,37 / 1,79 / 1,46 metros |
Maletero | 361 litros |
Peso | 1.420 kilos |
Si empezamos por el coche en sí, el Toyota Corolla destaca en aspectos clave y, en los demás, salva los muebles con dignidad. Por ejemplo, sus plazas traseras no son de las más amplias, y los 361 litros de maletero también están por debajo de la media, pero las diferencias no son como para alarmarse.



El puesto de conducción está bien resuelto porque la postura es buena y, aunque todo sigue esa lógica japonesa que, a veces, nos parece ilógica a los europeos, no tardas en acostumbrarte a sus peculiaridades y, al final, te sientes como en casa.
Como buen japonés, también encontraremos esos plásticos cutres de las zonas menos vistas, como el que emplea mando que abre el capó delantero, pero son cosas que, si las piensas, tampoco tienen mayor importancia porque todo está bien ajustado y sabes que ese mando seguirá abriendo el capó dentro de 40 años.
Y, como ese detalle, encontrarás un montón: por ejemplo, cuando abres el capo, verás que éste no tiene material aislante alguno, y hasta quedan al descubierto todos los manguitos que llevan el agua a los limpia. Ni un Dacia lo ha dejado así. Pero, como decía, más allá de lo estético, no le vemos mayor problema (y, en este caso, hasta ayuda a reducir peso).
Después, en marcha, va muy bien. No es un coche que levante pasiones ni que te genere un deseo incontenible de irte a dar una vuelta con él, pero va muy bien. Primero, porque es muy fácil de conducir: arrancas, pones la D… y a funcionar. Hay tres modos de conducción (Eco, Normal y Sport), pero puedes ir por la vida sin conocer ni siquiera su existencia. La mayor diferencia está, probablemente, en el modo Sport, pues ahí notas que el motor de gasolina entra en funcionamiento con mayor facilidad para asegurar unas mejores prestaciones.
¿Qué tiene de raro? El cambio. Y el ruido. El cambio es raro porque no hay cambio. Si aceleras más, corre más. Si aceleras menos, corre menos. Pero puedes olvidarte del cambio. En cierta forma, funciona como un cambio de variador continuo, y eso hace que, cuando va en eléctrico y aceleras lo suficiente como para que se conecte el motor térmico, éste entra en funcionamiento de una forma que, sin duda, se hace notar.
Al principio, eso puede chocarte, y hasta en otros Toyota anteriores hay gente que se puede llegar a preguntar si esto es normal. Lo es. Y, ahora, la cosa ha mejorado mucho. En realidad, no es que sea muy ruidoso; es, simplemente, que pasas de estar en silencio a no estarlo. Como cuando estás durmiendo y el despertador parece un ruido atronador cuando, mientras estás viendo la tele, ni siquiera lo escucharías… De hecho, no tardas en acostumbrarte. Y, cuando eso sucede, ni te inmutas cada vez que arranca.
¿Por qué Toyota sigue empecinada en utilizar este cambio? Pues fácil: ese cambio va unido a ese motor en el mismo concepto, y ese concepto es el que les permite tener unos consumos tan bajos en toda circunstancia. Cuanto más circules por ciudad, menos va a gastar. Y, si te mueves en atascos, verás que mantener consumos de menos de 4 L/100 km es cosa de niños.
¿Y por prestaciones? Decíamos que no era un coche excitante, pero anda lo que tiene que andar para sus 140 CV. Dan para realizar cualquier tipo de viaje incluso a ritmos ligeros, que no deportivos. Y, de hecho, este 140H es el Corolla que hay que comprarse. Sí, hay un 200H de 196 CV que es más rápido, y que lleva una especie de apaño en el cambio que simula tener varias marchas… En la práctica, es mejor por prestaciones, pero no veo que alguien se compre un coche de este tipo por prestaciones ni mucho menos por sensaciones deportivas, por lo que no le veo mayor sentido optar por esa versión 200H.
Una cosa que me sorprende de los Toyota es su chasis. Van muy bien. Tienen una suspensión relativamente suave, que asegura un nivel de comodidad muy elevada. Pero es que, cuando vas por una carretera de curvas, compruebas que tiene una estabilidad a pruebas de bombas, que la dirección es extremadamente precisa y que puedes pasar por las curvas mucho más rápido de lo que habías pensado, pues la suspensión contiene muy bien los movimientos de la carrocería y filtra los baches con la dulzura justa como para asegurar que las ruedas no reboten ni se despeguen nunca del suelo. De hecho, podría soportar mucha más potencia sin ningún problema.
