Según se desprende del estudio elaborado por Autoscout24, los conductores comienzan poco a poco a ver con otros ojos la caja negra. De hecho, el 81,6% de los españoles espera que forme parte del equipamiento de serie del vehículo en el plazo de veinticinco años, lo que supone siete puntos porcentuales más que el año pasado.
De esta forma, la caja negra dejará de ser un elemento asociado mayoritariamente a aviones o trenes para convertirse en una tecnología esencial capaz de proteger proactivamente al conductor, diagnosticando, por ejemplo, averías vía remota, haciendo un seguimiento de la conducción para rebajar la prima al buen automovilista o reconstruyendo un accidente antes incluso de que él mismo avise a las autoridades.
Curiosamente, aunque los europeos siguen siendo más reticentes que los españoles, lo cierto es que el gran debate que suscita la caja negra en torno a la privacidad de los datos comienza a calar hondo, hasta el punto de que el 73% -frente al 55% de 2012- ya no percibe esta solución como un «Gran Hermano» fiscalizador, sino como un elemento para hacerles la vida más fácil.
El coche se conducirá solo
En términos de conducción autónoma, por otro lado, el estudio revela cierta incertidumbre respecto al futuro. De ahí que la industria del automóvil deberá demostrar a los automovilistas los beneficios de estas nuevas tecnologías para eliminar toda reserva o preocupación a la hora de utilizarlas.
También el estudio llama la atención sobre el hecho de que sean las personas más mayores las más reacias a los pilotos automáticos, pero que, sin embargo, su percepción cambie completamente cuando estas nuevas aplicaciones se les explican y describen. Tanto es así que la máxima de que los más mayores tienen fobia a lo más tecnológico, al contrario que los jóvenes, se demuestra falsa.
Llama la atención cómo, en contra de lo que sucede en las urbes de hoy, en 2038 los jóvenes españoles serán mucho más «tecnofóbicos» que los maduros. De hecho, la necesidad de estar conectado a la red entre los menores de 30 años se sitúa más de doce puntos por debajo que entre los que ya han cumplido el medio siglo.
Tanto es así que la relación del conductor del mañana con su vehículo, a pesar de los múltiples cambios que se produzcan, no desaparecerá.
Queremos tener nuestro propio coche
Los conductores del futuro verán cada vez menos como un requisito indispensable ser propietarios de un coche para conducir uno. De hecho, el carsharing permitirá un sistema de propiedad compartido y no en exclusiva.
Mucho más abiertos que los jóvenes se muestran también «los mayores» hacia el uso de nuevas fórmulas para desplazarse por la ciudad del futuro. De esta forma, el carsharing será utilizado sobre todo entre los conductores de 60 a 65 años (11,4%), siendo los menores de 30 años los más «individualistas» (5%). Aquí tiene mucho que ver el hecho de que para estos jóvenes (45%) el coche seguirá siendo un símbolo de estatus, mientras que para los maduros será una solución práctica de movilidad.
Sin embargo, en términos generales, por mucho que pase el tiempo no parece probable que vayamos a renunciar a ese espíritu de propiedad tan latino que nos caracteriza. De hecho, el 74,4% de los conductores españoles –casi cuatro puntos más que en 2012- reconoce que no está dispuesto a prescindir del coche propio bajo ningún concepto.
Diseños más atrevidos
El informe de Autoscout24, que también se detiene en el diseño e imagen del coche del mañana, revela cómo los conductores se han vuelto mucho más atrevidos en este último año, imaginándose diseños sumamente rompedores y hasta excéntricos circulando por las carreteras de 2038.
De esta forma, el 42%–frente al 8% de 2012- imagina vehículos donde el habitáculo ya no esté en el centro ni el capó necesariamente en la parte delantera. Además, para más de la mitad la carrocería ya no será de chapa, sino de materiales maleables, por lo que será común ver coches con muescas como los de la superficie de una bola de golf (58,6%).
Según el director general de AutoScout24, Gerardo Cabañas, «todos estos datos sobre el coche del mañana esbozan el futuro de las llamadas ciudades inteligentes donde la movilidad será sostenible, económica, y donde el coche no servirá sólo para desplazarse sino que será todo y servirá para todo. Aunque hablamos de algunas características que parecen más propias de ciencia ficción, no son imposibles. Pensemos en funciones como el control de velocidad automático del que se empezaba a hablar tímidamente hace un cuarto de siglo y que hoy son habituales. También el coche autónomo que, con sus más y sus menos, es una realidad».